31 de mayo de 2008

Leonel, el relevo político y la crisis de liderazgo.

Por Germàn Santiago La principal lectura que hay que sacar del pasado proceso electoral tiene que ver con el liderazgo político. Se podría hablar, por un lado, del relevo generacional en los partidos tradicionales. y de lo último y lo nuevo de los llamados grupos emergentes, entre ellos, los de ideas izquierdistas.

Por ejemplo y para comenzar, qué podía esperarse de un Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que como reemplazo de Joaquín Balaguer, llevó a Amable Aristy Castro como candidato presidencial. El descenso fue como del cielo a la tierra y por eso la caída fue tan fuerte. Con una trayectoria dedicada casi exclusivamente a hacer fortunas y a maniobrar para asegurarse posiciones en el Estado, Amable, en calidad de ente pensante, es hábil amarrando políticamente y acumulando riquezas. A sus pocas luces conceptuales se agregan su pobre imagen y su apagada voz, cuando se sabe que ambos atributos, vale decir, carisma y oratoria, propias de aptitudes innatas, de talento y estudios, son cualidades sine qua non en todo liderazgo con posibilidades de vencer los obstáculos y lograr metas de largo alcance. Amable puede ser muy bueno como uno de esos políticos pragmáticos para negociar posiciones coyunturales, como una curul o la secretaría general de la Liga Municipal Dominicana que por varios períodos consecutivos dirige, pero hablar de la Presidencia de la República, donde hay que someterse al escrutinio nacional, esas son cosas mayores. No es un asunto de sacar muchos votos, especialmente los cautivos de su partido, sino captar aquellos que al final marquen la diferencia y aseguren la victoria. Amable Aristy, el supuesto candidato de los pobres que apoyó su campaña en papeletazos, y regalando pollos y salamis, no sólo nunca pudo acercarse a los porcentajes mínimos, sino que desperdició los de su propio partido, el atomizado PRSC, hoy al borde de la pérdida del reconocimiento electoral y hasta de su desaparición, encaminándose, de acuerdo a los observadores, a repetir la historia de la Unión Cívica Nacional (UCN) liderada por Viriato A. Fiallo Rodríguez, aquella que tras el ajusticiamiento de Trujillo naciera como Sociedad Patriótica en 1961 y tras su conversión en partido se convirtiera en la principal fuerza política del país. Se recuerda que la debacle de la UCN comenzó cuando Juan Bosch y el PRD, recién llegados entonces del exilio, los derrotaron en 1962, en unas elecciones cuya percepción mediática daba a los cívicos, ganadores por amplio margen, hasta que se produjo el célebre debate televisivo entre el padre jesuita Láutico García y Bosch que revertió la situación. Bosch, acusado a la sazón de comunista y castrista, ganó ese debate que moderara Salvador Pittaluga Nivar, y por vía de consecuencia, las elecciones que lo llevaron a gobernar el país por siete meses. El pésimo desempeño electoral de Amable Aristy -diría un chusco-, sólo puede encontrar como aliento el fallido pronóstico de la cumbre de brujos de Villa Mella, que entre otras pendejadas dijeron que habría una segunda vuelta. La historia cuenta que con Balaguer a la cabeza, el PRSC ganó tres elecciones entre 1966 a 1978, y tres más, entre 1986 y 1994. De la última, señalada como fraudulenta como todas las anteriores, se recuerda que desencadenó una crisis de tales proporciones que dio lugar al recorte a dos años de ese cuatrienio, luego que el candidato “derrotado”, el doctor José Francisco Peña Gómez, se envalentonara y advirtiera que con él y su PRD no se repetiría la historia de Bosch y el PLD en 1990 en unos escrutinios a los que el líder perredeista había asistido por primera vez como candidato presidencial de su partido. Con el apoyo del propio Balaguer, Leonel Fernández, en un atípico frente patriótico, alcanza la presidencia de la República en 1996, y más tarde, en las elecciones del año 2000, el PRSC, con un Balaguer en el ocaso de su dilatada vida política, sacó el 24 por ciento de los votos. Tras la muerte del líder en 2002, llegaron los comicios del 2004, y con Eduardo Estrella como candidato, el PRSC bajó a menos del nueve por ciento de los votos. Y ya lo sabe hasta el barón del cementerio que el pasado viernes el partido de Balaguer bajó a un pírrico 4.59. La pena del PRSC no sólo se expresa en la escogencia de un candidato presidencial que no pudo ganar siquiera en su provincia ni con la ayuda de la Virgen de la Altagracia, sino en su cúpula dirigencial, con Quique Antún y Víctor Gómez Casasnova, a la cabeza, los dos creyendo de manera equivocada que los liderazgos políticos se hacen hablando sandeces en los medios de comunicación.

Aunque menos lastimera, la del PRD es una historia más complicada. El PRD ha tenido dos grandes líderes y dos muy distintas eras. El primero lo fue Bosch su fundador y luego Peña Gómez, ambos fallecidos en 2001 y 1998, respectivamente. La muerte de Peña Gómez se produce lamentablemente el diez de mayo del 98, justo dos años después de haber asistido por tercera ocasión como candidato presidencial en los comicios de 1996, en los que ganó la primera vuelta, pero perdió la segunda ante Leonel Fernández. En el año 2000, una gran parte de los votantes, en particular los perredeistas, se inclinaron por Hipólito Mejía debido sobre todo, a que había sido compañero de fórmula en un proceso anterior, del líder de ese partido, Pena Gómez. El propio Pena Gómez fue el primer confundido y equivocado al prácticamente señalar luego como su heredero a Mejía, un hombre de pocas luces y menos tradición perredeista que venía del socialcristianismo, incluso había sido funcionario de los gobiernos balagueristas como director del Instituto del Tabaco, en Santiago. El gobierno de Mejía habló por él durante cuatro años, y en las elecciones del pasado 16 de mayo, es un pupilo suyo, Miguel Vargas Maldonado, quien le sucede como candidato presidencial, habiendo sustituido los símbolos del glorioso PRD, del “hacho prendío”, “el buey que más jala”, e incluso del propio Pena Gómez, por los de MVP y PPH. ¡Imagínense ustedes, de Peña Gómez a Hipólito Mejía y Vargas Maldonado! ¡Cómo se salva un partido, cómo gana ante un candidato de tanto arrastre como Leonel Fernández, que estando en el poder, en medio de crisis que como las que impactan hoy en el mundo desacreditan liderazgos y gobiernos, sacó dos millones 152 mil 741 votos, lo que equivale al 53,72 por ciento de los depositados en las urnas. Vargas Maldonado, que se ha crecido luego de las elecciones, sacó un millón 624 mil 71 boletas, equivalentes al 40,55 por ciento del total, y como aliento adicional, además de los "papelazos" de Amable Aristy, le queda que otros cuatro restantes partidos que asistieron a los comicios con candidatos propios, sacaron en conjunto 44 mil 069 sufragios, los cuales representan apenas el 1,1 por ciento del total. Entre ellos, se destacan Eduardo Estrella y el mismito Hatuey Decamps con su Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) que sacaron 19,309, para un pírrico 0.47, menos que la APD, el PQDC, el PPC, el Bloque Institucional y menos que la Unión Demócrata Cristiana (UDC) de Luis Acosta Moreta “El gallo”, cuya campaña se basó en arreglarles los moños malos a las mujeres que no tenían dinero para lucir bellas. ¡Qué calamidad! En los comicios participaron cuatro millones siete mil 205 electores, de un padrón definitivo de cinco millónes 764 mil 986 personas con derecho al sufragio, de las cuales el 97,37 reside en el país y el resto en el exterior, acorde con la JCE. De ellos, el Movimiento Independencia Unidad y Cambio (MIUCA) que postuló a Guillermo Moreno, sacó 18,136 votos, para un 0.44% de los sufragios, y el Partido Alianza Popular (PAP), del "cara dura" Pedro de Jesús Candelier Tejada, fue favorecido con 6,118 boletas, para un 0.15%. A Guillermo Moreno que nunca ha ido a un barrio y la gente pobre sólo lo conoce por los medios de comunicación, y a Candelier que se vendió como un “viejevo” trujillista, los ayuda que el Partido Revolucionario Independiente (PRI), que fundara Jacobo Majluta, el mismo que a la cabeza del PRD perdiera por apenas 2 puntos de Balaguer en 1986, ahora con Trajano Santana obtuvo apenas 1,533 votos, y en el 2002, en las elecciones de medio tiempo, 45 mil, cuando se sabe que en 1990, cuando el PRI acudió por primera vez a unas elecciones, pero con Majluta como candidato, sacó 135 mil votos presidenciales. ¡Qué bajón! Ahorita, andan todos esos partiditos, incluyendo el de Raúl Pérez Peña “Bacho”, Partido de la Auténtica Democracia (PAD) que extrañamente no se mencionó en los actuales comicios, reciclando sus firmas, incluyendo las de muchos muertos, para que se les reconozca nueva vez en la Junta Central Electoral, y volver en las próximas elecciones a llevarse sus tajadas a costilla del pueblo dominicano. Porque para eso es que son creados el grueso de esos partiditos, para hacer negocios y justificarlos enviando notas de prensa a los medios de comunicación con mentiras de obras y actividades abultadas, o que nunca hacen, cual lo hacen muchas ONGs, entre ellas las muchos legisladores y algunas financiadas por organismos internacionales. ¿Líderes? Líderes no los son ni en sus casas. Líderes los fueron Bosch, Balaguer, Peña Gómez, Manolo Tavárez, Francis Caamaño, Antonio Guzmán y Maximiliano Gómez “El Moreno”. Madera de líderes tuvieron Amín Abel y Amaury Germán. Los propios Salvador Jorge Blanco y Hatuey Decamps, dieron señales de liderazgos en su oportunidad, pero perdieron la perspectiva, tan pronto llegaron al poder y se obnubilaron. Porque el poder corrompe a todo aquel que tiene el espíritu débil. Espíritu fuerte tenía Bosch y lo tenía mi padre. ¿Líder? Líder no es todo el mundo ni el que lo presuma. ¿Líder? En todos los partidos y en el seno del pueblo hay gente con madera de líderes, para lo cual se necesita vocación, don de gente, moral, páginas para la izquierda, abnegación, capacidad de convencimiento, espíritu de conciliación y un poquito de Quijote. ¿Líder? Ahora mismo, el único líder acabado y con esas condiciones es Leonel y tiene que revisar y corregir algunas cosas que extrañamente ocurren a su alrededor. ¡No sé mañana! Tal vez aparezca uno igual o mejor que él. Ojala nos encontremos con la reencarnación de Bosch o de Caamaño. Cuando alguien lo encuentre háganmelo saber.

germansantiago@gmail.com

Las cosas no dichas del Caso Narcisazo (conclusiones)

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Narciso González junto a dos de sus hijos.
Este es el cuarto y último de varios reportajes de ALMOMENTO.NET sobre este dramático caso, de marcados ribetes políticos, que provocó curiosidad en la opinión pública y nunca ha sido esclarecido.

Por SAUL PIMENTEL

En los tiempos previos a su desparición el professor Narciso González estuvo aquejado de una epilepsia de muy dificil control, debido a lo cual con frecuencia sufría crisis convulsivas en lugares públicos y fue declarado en licencia como profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) así como en otros lugares donde laboró escribiendo libretos de humor.

Fabián Núñez Nivar (alias Junior), propietario de la banca de apuestas hacia donde Narcisazo fue después que saliera de su casa el día de su desaparición, reveló que ciertamente vió a éste el 26 de mayo solo y sentado en una grada del hipódromo Perla antillana, y que no sabía que tuviera problemas. Narró que en una fecha que no recordaba a Narciso le dió un ataque de epilepsia en el interior del colmado “El Calule”, al lado de su negocio, mientras apuntaba un programa de caballos, pero le “untaron” berrón y, tras mejorarse, se marchó normalmente de allí.

Historial clínico

González estuvo durante un tiempo recibiendo asistencia médica del doctor Santiago Valenzuela Sosa. Un historial clínico que este profesional escribió el 22 de junio del 1994 dice textualmente: “Se trata de un masculino quien tenía 47 años al momento de ser visto por primera vez en agosto de 1989, con historia de crisis convulsivas desde 1978, exploradas con Arteriografía (normal) TAC cerebral y Resonancia Magnética que mostraban lesión aparentemente cicatricial a nivel de parietal izquierdo. Al principio fue tratado con Fernobarbital, luego con Epamin. Su motivo de consulta consistió en la generalización de las crisis que al principio eran parciales (afectando el hemicuerpo derecho con clonias) pero que luego se generalizaban haciéndolo perder el conocimiento. El 21 de febrero de 1991 lo vimos por última vez en consulta. Su estado era satisfactorio y su tratamiento era llevado con absoluta regularidad. Las crisis habían sido controladas. Le aconsejamos reposo continuado y una licencia de tres meses de sus obligaciones laborales. En conclusión: se trata de un paciente con una enfermedad epiléptica refractaria de muy difícil control, relacionada con una tensión probablemente cicatricial (seguramente no tumoral) a nivel de su región temporarietal izquierda. Este tipo de paciente es un candidato permanente a un estado de mal epiléptico, condición ésta inducida por la no toma de los medicamentos antiepilépticos, fiebre, trauma, ayuno, gran tensión emocional, que puede conducir a la muerte debido a la continuidad de crisis convulsivas, lo que facilita la hipoxia cerebral, la perennización de las crisis y la muerte clínica en unas horas”.

Rumores de toda especie

A partir de la desaparición circularon rumores de toda especie, algunos de ellos alimentados por la imaginación popular. En una oportunidad se dijo que un cadáver con las características del Profesor había sido inhumado en la noche en el cementerio de Montecristi. Esto, sin embargo, fue desmentido categóricamente por el sacateca Rafael Hernández hijo (alias Pipe) así como por otras personas.

En total, en torno a este caso, la Comisión Investigadora de la Policía interrogó 55 personas, practicó dos allanamientos y manejó decenas de oficios. Finalmente rindió un voluminoso informe pero en el mismo no se formula acusación contra nadie. El documento simplemente enumera los hechos y da cuenta de las declaraciones de cada uno de los interrogados.

Testimonio de un amigo

Uno de los testimonios más significativos del caso lo ofreció el licenciado Melchor Enrique Melo Casado. Dijo que conocía al doctor González desde el 1979 y que con frecuencia hablaba con él sobre distintos temas. Narró que la última vez que lo vió fue varios días antes de su desaparición y conversaron sobre las elecciones generales. Narciso le dijo que se le había “escamoteado” el triunfo al PRD, que había una parálisis económica y que iba a ser muy difícil (al Gobierno de Balaguer) mantenerse o subsistir en una situación post-electoral como la que se estaba viviendo. Dijo que percibió que Narciso era un firme opositor al régimen de Balaguer.

Melchor Enrique manifestó que desde que conoció a Narciso le había estado prestando dinero y que la última vez que lo hizo fue el 28 de diciembre del 1992, cuando le entregó RD$1,600 que nunca se los pagó y él nunca cobró y ni siquiera volvieron a hablar del asunto. Narró que anteriormente, el 22 de diciembre del 1991, le había prestado otros RD$2,300 pesos que tampoco pagó. Dijo que no tenía juicio preciso sobre los motivos de la ausencia de Narciso. Reveló que este último le llegó a confesar que él “se abstenía” con su esposa, Luz Altagracia, y que vivían “separados en la misma casa” aunque sin especificar los motivos.

El centro de la opinión pública”

Indicó que en lo que conoció al doctor Narciso pudo darse cuenta de que “era una persona con una inteligencia sobrenatural, con una capacidad para crear cualquier situación de convertirse en el centro de la opinión pública”.

Rumores e intrigas militares

En los ocho años siguientes, el caso se prestó no sólo para acusaciones políticas sino incluso para intrigas de uniforme. Cada vez que algún oficial militar o policial quería hacer caer “en desgracia” a algún compañero de armas, lanzaba la especie de que éste tenía que ver directa o indirectamente con este hecho. Es así como varios uniformados y ex uniformados fueron llamados a interrogatorio judicial sin que se haya podido obtener nunca una sola pista que conduzca a esclarecer la desaparición. En los primeros días del primer gobierno de Leonel Fernández hubo un mayúsculo escándalo cuando el entonces secretario de las Fuerzas Armadas y ex jefe de la Fuerza Aérea, mayor general Juan Bautista Rojas Tabar, fue voluntariamente donde el Procurador General de la República a quejarse porque alegadamente se le quería involucrar injustamente en el Caso Narcisazo. Estas declaraciones de Rojas Tabar le costaron el puesto. Esa misma noche, en un discurso por radio y televisión, el Presidente de la República anunció la destitución suya, poniendo fin de esa manera a una larga carrera militar. (Rojas Tabar fue reintegrado a comienzos del segundo gobierno de Fernández). Las distintas hipótesis

La suerte que haya podido correr el doctor Narciso González ha sido y sigue siendo motivo de especulación. La única hipótesis que se ha manejado públicamente es la de que éste “fue secuestrado por militares” y luego de ser golpeado se produjo su deceso. Pero hay quienes dicen que pudo haberse suicidado, dado el hecho de que él tenía:

a) Problemas económicos. b) Problemas laborales c) Problemas con miembros de su familia d) Problemas serios de salud (epilepsia agravada por tensión, falta de reposo y no uso de medicamentos). e) Problemas generados por su profunda inconformidad política.

Quienes sostienen esta segunda tesis resaltan que el día de su desaparición Narciso estuvo “deambulando”, ya que primero fue a una agencia hípica, luego a la UASD, en la tarde al Hipódromo en dos oportunidades y finalmente al cine Doble hasta después de las 11:00 de la noche, cuando fue visto por última vez. En dicho establecimiento vió la película “Filadelfia”, la cual tiene un contenido altamente depresivo. (Estudios científicos recientes señalan que los pacientes epilépticos son generalmente depresivos). Sin embargo, ¿si se suicidó por qué no apareció el cadáver?, es la pregunta que muchos se hacen.

Hay otras personas que señalan que Narciso pudo haberse ausentado voluntariamente en medio de una profunda depresión provocada por los problemas mencionados ya que, tal y como señaló el licenciado Melo Casado, era “una persona con una inteligencia sobrenatural, con una capacidad para crear cualquier situación de convertirse en el centro de la opinión pública”.

Y también hay quienes se han atrevido a especular que posiblemente se refugió en casa de algún político opositor al Gobierno quien, al percatarse de que Narciso era más importante desaparecido que vivo, optó por hacer valer la primera fórmula.

Muchos alegan que la revista La Muralla, donde Narciso escribió su famoso artículo, era de muy escasa circulación, ya que se editaba en Nagua, y que la asamblea de profesores donde él pronunció el discurso no fue un acto público sino una actividad interna de la UASD. (Precisamente, nadie ha sabido explicar quién filmó el video en donde Narciso aparece hablando y con cuales fines lo dió a conocer a la opinión pública).

Para la misma época en que Narciso pronunció su discurso fue publicado el libro “Los que falsificaron la firma de Dios”, de Viriato Sención, en el cual sí hay graves acusaciones contra Joaquín Balaguer y su familia, de manera pública. “Para actuar contra Narcisazo, que no representaba en ese momento nada, hubiera sido mejor hacerlo contra Sención”, llegó a comentar en esa oportunidad un dirigente del Partido Reformista Social Cristiano.

Conclusiones A manera de conclusión debemos señalar que en este caso resaltan:

1) Las contradicciones en que incurren los miembros de la propia familia del desaparecido al ofrecer testimonios.

2) Las lagunas de la investigación realizada por la Comisión de Oficiales de la Policía, la cual nunca llegó al fondo ni interrogó a ninguno de los funcionarios mencionados por el doctor González en su artículo y en su discurso (Manuel Guarda Liranzo, Aníbal Páez, Juan José Arteaga, Rafael Bello Andino, Ramón Pérez Martínez asi como las que eran jefes de la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército al momento de la desaparición).

3) Tampoco nunca fueron interrogados Amaury González, el otro hijo de Narciso, ni tampoco la señora Lucila Ramírez, madre de Luz Altagracia, para que certificara si ciertamente esta última estaba o no en su casa (de Lucila) cuando se produjo la desparición.

El escándalo que rodeó el Caso de Narcisazo coincidió con el estado de agitación que se vivió en el país, y que dió origen en el 1996 al acortamiento del mandato de Balaguer a dos años. FIN

30 de mayo de 2008

Las cosas no dichas del Caso Narcisazo: Las contradicciones de los familiares (Tercera Parte)

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Uno de los actos de recordación de Narcisazo, efectuado a orillas del Mar. (Foto: bp2.blogger.com).
Este es el tercero de varios reportajes de ALMOMENTO.NET sobre este dramático caso, de marcados ribetes políticos, que provocó curiosidad en la opinión pública y nunca ha sido esclarecido.

Como parte de sus investigaciones tras la desaparición de Narcisazo en el 1994, la comisión designada por la Policía Nacional interrogó a los familiares de este último. El primer testimonio que figura es el de su esposa, Luz Altagracia Ramírez de González, quien comenzó señalando que el 26 de mayo del 1994 cuando se produjo la desaparición, ella y su marido amanecieron en su residencia en compañía de sus hijos. Agregó que ella se levantó alrededor de las 6 de la mañana y, luego de realizar sus actividades normales, salió a hacer ejercicios físicos en el mismo sector Villa María.

Entre otras cosas, declaró que entre ella y su esposo no existían diferencias matrimoniales, con excepción “de aquellas normales entre parejas”. Dijo que tampoco su esposo tenía problemas con sus hijos.

Al momento de su desaparición Narcisazo tenía 52 años y su esposa 43. Incidente con el propietario de una casa

Agregó que el único problema que confrontaban era con la casa en que residían, ya que su propietaria y un hermano suyo de nombre Luís se la habían pedido.

Luz Altagracia reveló que un tiempo atrás ella había sostenido una pequeña discusión con Luís porque éste le había hablado mal, y que en abril (un mes antes de la desaparición) éste volvió a la residencia y les preguntó: “En qué están ustedes con la casa?”. A seguidas, según la declaración de la esposa de Narcisazo, Luís expresó: “Pues, deben mudarse urgentemente; recuérdese lo que le pasó a las gentes que no se mudaron al pedírsele una casa y los quemaron”. (Luis hizo alusión a un incidente ocurrido en esa época entre un casero y unos inquilinos, quienes se enfrascaron en una discusión en un barrio capitaleño la cual degeneró en una trifulca en que el primero roció gasolina a una vivienda y la quemó con varias personas dentro).

Luz Altagracia reveló que en la última semana de mayo Luis se presentó de nuevo y en ese instante llegó Narciso, por lo que ambos entablaron una discusión. Afirmó que Luis salió a la calle y en tono desafiante vociferó: “Tú verás lo que va a pasar, pues tú te quieres quedar con la casa!!”.

La Esposa narró que el 14 de mayo se produjo un tercer incidente cuando Narciso estaba observando una marcha del Partido Revolucionario Dominicano y Luís le dio un trompón por la espalda. No especificó cómo concluyó esta rencilla. Reveló que Narcisazo sufría de epilepsia. Atribuyó, sin embargo, su desaparición al artículo que publicó en la revista La Muralla y al discurso en la UASD.

Negaron la agresión

La Policía de inmediato llamó a interrogatorio a la propietaria de la citada vivienda y a su hermano. Resultaron ser Olga Altagracia Germosén de Ríos (alias Ita) y Luís Encarnación Germosén. La primera afirmó que aunque en varias ocasiones había reclamado a Narciso y su esposa la entrega de la casa, no había tenido problemas personales con ellos. Luis, de su lado, negó categóricamente que haya dado un trompón por la espalda al profesor. Ambos dijeron desconocer los motivos y circunstancias de la desaparición.

No “amaneció” en su casa

La hija menor de Narcisazo, Jennie, interrogada por la Policía, ofreció un testimonio un tanto diferente al de su madre. Declaró que ésta (Luz Altagracia) no amaneció el día 26 en su residencia ya que tenía un día fuera de ella en razón de que había dormido en casa de su madre, Lucila Martínez. No especificó los motivos de esta ausencia. Afirmó que sus padres confrontaban problemas matrimoniales “pero no graves”.

La primera versión

|La primera versión en el sentido de que Narciso fue visto en el Palacio de la Policía fue ofrecida por su hijo, Ernesto González Ramírez, sin precisar dónde había obtenido este dato. Dijo que había “escuchado” que su padre había estado detenido en la tercera planta del recinto policial y que también tenía informes de que estaba detenido en el Ejército Nacional. Al igual que su madre y su hermana Jennie, atribuyó la desaparición del Profesor al artículo en la revista y el artículo en la UASD. Dijo que entre sus padres no existían problemas “de gravedad o de mayor importancia”. Sin embargo, reveló que había existido un problema entre su hermana Rhina y el doctor Narciso ya que éste no aceptaba que ella llegara tarde por las noches y, como consecuencia de esta situación, ésta se fue a vivir con una prima.

Ernesto también reveló que su madre había estado fuera de casa desde el martes 24 de mayo porque una hermana suya, llamada Rosalía, estaba “preparando viaje” para el exterior y ella fue a acompañarla a casa de la madre de ambas.

Confirma ausencia

Rhina González Ramírez, la otra hija de Narcisazo, al ser interrogada por la Policía manifestó que el viernes 27 de mayo en la mañana (un día después de la desaparición) se comunicó con su madre Luz Altagracia mientras ésta se encontraba en la residencia de su madre. Informó que en ese momento Luz le comunicó que permanecería en casa de su madre hasta el día siguiente.

Versión de la hermana

Rosalía Ramírez Martínez, la hermana de Luz Altagracia, al ser llamada a interrogatorio no confirmó que haya estado preparando viaje para el exterior ni que estuviera “arreglando maletas”. Declaró que fue el 27 de mayo cuando se enteró de la desaparición de su cuñado a través de una llamada telefónica que le hizo su hermana. Reveló que cuando recibió esta llamada ella (Rosalía) estaba en su residencia de la calle Eusebio Manzueta 199, de Villa Consuelo.

Rosalía agregó que el domingo 29 de mayo, tres días después de la desaparición, ella recibió una llamada telefónica de una persona que se identificó sólo como militar y le dijo que a su cuñado lo tenían “en la tercera planta del Palacio de la Policía” y que ese mismo día alrededor de las 5:00 de la tarde, encontrándose ella en casa de su hermana Luz Altagracia, llegó hasta allí una joven desconocida, de color indio, mediana estatura, gordita, quien se identificó como “alumna” del profesor Narciso, y dijo que tenía mecanismos para investigar sobre el paradero de éste. Rosalía declaró que entregó a la joven una foto de su cuñado y luego ésta volvió a comunicarse con ella vía telefónica y le dijo:

-“Usted sabe quien le habla?... no me voy a identificar. Ellos lo tienen. Dígales que se lo entreguen”-. Narró que tres días después recibió otra llamada telefónica de la misma persona, la cual agregó: - “Dense rápido, que lo tiene el Mayor Acosta, de Investigación, en la tercera planta del Palacio de la Policía Nacional”.

“Llamada” de Narciso

Rosalía relató que el lunes 30 de mayo alrededor de las 9 de la mañana mientras ella se encontraba en su residencia, recibió otra llamada telefónica de una persona que no se identificó y le dijo: -“Le va a hablar el doctor Narciso”. En seguida, según relató, escuchó en el teléfono a su cuñado, quien con voz muy apagada le dijo: -“Ponme a mi hija Jennie”.

Agregó que ella dijo a Narcisazo: - “Dime dónde tu estás?. Es Rosalía, es tu cuñada!!. ¿Dónde tu estás?!!”. Y él le contestó: -“No puedo, no me dejan, me tienen secuestrado”. Ella le preguntó a seguidas: “Te voy a buscar?” y él insistió: “No puedo, no me dejan”.

Rosalía dijo que en ese instante oyó que le quitaron el teléfono a su cuñado, razón por la cual ella exclamó: “Pero .. ¿qué es lo que Ustedes quieren?. Y una voz desconocida le respondió: “No estamos relajando, somos periodistas!!”.

La señora Rosalía González dijo que puede asegurar en un 95% que se trató de la voz de su cuñado, a pesar de que –según ella admitió- desde hacía unos 20 años venía padeciendo de problemas auditivos que se “agravaban” cuando ella tenía situaciones de tensión.

Otra hermana

Una hermana materna del doctor Narciso González dijo a la Policía que el lunes 20 de junio del 1994 recibió una llamada telefónica de alguien no identificado que le señaló: “Clara, no te preocupes, que él está vivo”. El Mayor Acosta Cuevas El mayor Rafael Olimpo Acosta Cuevas, de la Policía Nacional, declaró que no conocía Narciso González ni a su esposa, y que se enteró de que éste se encontraba desaparecido a través de los medios de comunicación, por lo que no tenía nada que opinar sobre este caso. Vecinos de la casa La Policía interrogó también a los vecinos de la casa en donde vivía el matrimonio González Ramírez: los señores Rafael Antonio Lara Castillo, doctor Julio César Mella Mendoza, José María

Almanzar Fernández, María Erminda Valdez de León (alias Bellita) y Eulogia Morales Charrón (alias caqui), quienes coincidieron al señalar que Narciso y sus familiares eran personas poco comunicativas y que no tuvieron conocimiento de ningún incidente ocurrido en la vivienda de éste. Almánzar Fernández reveló que el profesor universitario le debía cuatro mil pesos por lo cual le pagaba un rédito mensual de 800 pesos.

Otros interrogados

Otras personas entrevistadas por la Policía fueron la profesora Ana Dolores Guzmán de Camacho, decana de la Facultad de Humanidades de la UASD; el periodista Johnny Alberto Salazar, director de la revista La Muralla, de Nagua; Francisco Octavio Mejía Moreta (alias Tavito) y su hijo Wilson Darío Mejía Villar (quienes frecuentemente visitaban el Hipódromo), Amado de Jesús Pérez (alias Nandín) entrenador del establo Oscar AM y Fabián Núñez (alias Junior), propietario de la banca de apuestas hacia donde Narcisazo supuestamente se dirigió poco después de las 9:30 de la mañana del día de su desaparición. Ninguno de ellos pudo arrojar luz sobr el caso.

Fin de la tercera parte

Admite fue contactado por de la Maza

Luis Salvador Estrella Sadhalá Luis Salvador Estrella Sadhalá

Declaraciones prestadas por el conjurado Luis Salvador Estrella Sadhalá, respecto de su participación en los hechos criminales que culminaron con el asesinato del generalísimo doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, la noche del 30 de mayo del año en curso.

Generales: Luis Salvador Estrella Sadhalá, dominicano, de 42 años de edad, contratista, casado, natural de Peña (Tamboril) R.D., portador de la Cédula Personal de Identidad No.23436, serie 31, domiciliado y residente en la calle Mahatma Gandhi No.21, de esta ciudad.

Declaración:

"En relación con los hechos criminales que culminaron con el asesinato del Generalísimo Trujillo la noche del 30 de mayo del presente año y mi participación en los mismos, quiero hacer del conocimiento de esta oficina lo siguiente: a fines del mes de marzo del año que discurre, el nombrado Antonio de la Maza Vásquez, a quien me unían lazos de amistad desde la infancia, se apersonó al kilómetro 11 de la carretera Duarte, donde me encontraba realizando unos trabajos de construcción de los paseos de la autopista Ciudad Trujillo-Santiago, en ese tramo. De la Maza Vásquez me preguntó en aquella ocasión si era cierto que mi hermana Yuli estaba presa (a pesar de que de quien se decía que dizque estaba presa era Josefina). Le contesté negativamente, informándole que aunque habían corrido comentarios en tal sentido, eso no era cierto. En esa misma ocasión, plantó De la Maza Vásquez una conversación cuyo tópico principal fueron los diversos problemas aparentes que estaba afrontando el Gobierno Dominicano, tales como las dificultades registradas entre la Iglesia Católica y el Estado.

Después de este contacto, De la Maza Vásquez comenzó a frecuentar mi hogar, insistiendo en temas que reconocían indiscutibles matices subversivos.

Finalmente, en una de estas visitas, me dijo que había un plan de apresar al Generalísimo Trujillo y dar un Golpe de Estado, en el cual estaban comprometidos además de él, Juan Tomás Díaz Quezada, Pedro Livio Cedeño Herrera, a quien me significó como ex-capitán del Ejército; y dos ingenieros (que luego identifiqué como Huascar Antonio Tejeda Pimentel y Roberto Rafael Pastoriza Neret).

También recuerdo que De la Maza Vásquez me dijo que luego de secuestrado el Jefe, éste sería conducido a la casa de Juan Tomás, donde estaría esperando Pupo Román Fernández, entonces secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, con quien él contaba para respaldar el complot.

Posteriormente Antonio de la Maza Vásquez me dijo que el Departamento de Estado Norteamericano brindaría apoyo al Golpe de Estado que se proyectaba.

Luego de esto, De la Maza Vásquez me aseveró que un tal Wimpy, a quien no conocí nunca, le había conseguido unas armas, las cuales él guardaba en su casa. Estas armas según Antonio eran tres carabinas semi-automáticas calibre 30 mm. M-1, además de unas escopetas que él tenía.

Luego de haber conocido al 1er. Tte. Amado García Guerrero, quien visitaba frecuentemente mi casa, De la Maza Vásquez me dijo que contaba también con dicho oficial para la conjura. No se si él conoció o no a éste militar en mi hogar; lo cierto es que ellos se encontraban accidentalmente en visita que ambos me dispensaran. También me informó Antonio que otra persona que le había dado su aceptación para participar en el complot, era Antonio Imbert Barreras.

Otro alegato de Antonio de la Maza Vásquez esgrimido ante mí era que se contaba con mucha gente por vía de Juan Tomás Díaz Quezada y de José René Román Fernández.

En dos ocasiones fui a la casa de Juan Tomás, más bien a buscar dinero, y hablamos del asunto del complot. Juan Tomás insistía en que lo básico era apresar al Jefe, tal y como lo entendíamos los demás.

Al desarrollar los planes del asalto, De la Maza Vásquez me dijo que para mayor facilidad de poder detener el vehículo en que viajase el Generalísimo Trujillo, se necesitaría un carro grande, por lo cual decidió utilizar el mío en tal sentido, a lo cual le di mi consentimiento.

El 24 de mayo del presente año, De la Maza Vásquez pasó a procurarme por casa, diciéndome que ese día se iba a intentar el secuestro del Jefe. Conjuntamente con él, Huascar Antonio Tejeda Pimentel, Roberto Rafael Pastoriza Neret, 1er. Tte. Amado García Guerrero, Ernesto de la Maza Vásquez, Pedro Livio Cedeño Herrera, Antonio Imbert Barreras y Luis Manuel Cáceres Miguel Michel, estuve en la avenida George Washington, esperando el carro del Generalísimo Trujillo, retirándonos pasadas las 10:00 de la noche, tras una espera inútil.

El 30 de mayo, siendo aproximadamente las 7:45 p.m., llegaron a mi casa Antonio de la Maza Vásquez, Antonio Imbert Barreras y el Tte. Amado García Guerrero. Permanecimos allí un rato, hasta que alcanzamos a ver al Jefe que acompañó de su comitiva bajaba por la avenida Máximo Gómez hacia la avenida George Washington para su acostumbrado paseo de sobrecena.

De la Maza Vásquez salió a cerciorarse en una casa (me dijo que era donde Modesto Eugenio Díaz Quezada) en la cual tenía quien le avisaría si el Jefe había bajado uniformado o no y poder determinar en consecuencia si proyectaba dirigirse hacia San Cristóbal esa noche. Cuando regresó al poco rato, nos dijo que nos juntaríamos en la avenida y que él iría a buscar a Pedro Livio Cedeño Herrera.

Siguiendo estas indicaciones, Imbert Barreras, García Guerrero y yo, nos dirigimos hacia la avenida en el automóvil Mercury de mi propiedad.

Ya en la avenida, nos estacionamos frente a la terminación de la Feria de la Paz, por el sector sureste de la misma, próximo al parque de diversiones que allí opera.

Poco tiempo después de encontrarnos allí, llegó De la Maza y seguidamente Tejeda Pimentel, Pastoriza Neret y Cedeño Herrera, montados estos últimos en el carro Odsmobile de Antonio de la Maza Vásquez, mientras éste utilizaba el carro Chevrolet, también de su propiedad y de color negro como el primero. Pastoriza Neret desmontó del Odsmobile, yendo a ocupar el Mercury color zapote de mi uso, en el cual se trasladó al lugar que se le tenía asignado como el tercero de los carros en la barrera automovilística que proyectábamos formar al paso del vehículo del Jefe, estando su lugar como a unos 2,500 metros de la Feria Ganadera.

Antonio de la Maza Vásquez, Imbert Barreras, García Guerrero y yo, nos quedamos estacionados en el Chevrolet, frente a la Feria de la Paz, orientando dicho vehículo en sentido oeste-este, con el frente hacia la ciudad y en la vía más próxima al acantilado.

Ya Huascar y Pedro Livio también habían salido en el automóvil Odsmobile a ocupar su posición de segundo carro de la barrera, en un sitio próximo al final de la Feria Ganadera, en su ángulo suroeste.

El carro Chevrolet ocupado por nosotros actuaría como perseguidor, conducido por Imbert Barreras; a su lado se sentó De la Maza Vásquez. El asiento trasero lo ocupamos García Guerrero (mitad derecha) y yo (lado izquierdo).

Antes de que pasara el carro en que viajaba el Jefe, llegó allí un carro Volswagen, color negro, del cual llamaron a De la Maza. Luego de retirado dicho vehículo, Antonio nos dijo que era Miguel Ángel Báez Díaz, quien llegó a informarle que el Jefe se iría hacia San Cristóbal.

No recuerdo si Imbert o García Guerrero, dijo: "ahí viene el carro", siendo aproximadamente pocos minutos pasadas las 10:00 p.m.

Nos montamos en el Chevrolet y lo seguimos, tras dejar pasar dos o tres minutos después de que cruzara. Le dimos alcance luego de pasada la Feria Ganadera (unos tres o cuatro kilómetros más allá aproximadamente) y De la Maza Vásquez le disparó al pasarle por el lado con una escopeta. A mí me sorprendió cuando él tiró. Yo ni siguiera llegué a distinguir con que tiró De la Maza, digo que fue con una escopeta porque él me lo aseveró posteriormente, así como también me expresó que a quien apuntó fue a Zacarías.

Tan pronto como sonó la primera detonación, el carro del Jefe se detuvo. Nosotros giramos, poniendo el carro con el frente hacia la ciudad y en línea paralela al carro del Jefe que estaba orientado con el frente hacia Haina, aunque no afrontados ambos vehículos, ya que el nuestro quedó situado un poco más hacia el oeste.

Tan pronto nos paramos, nos abrieron fuego del carro del Jefe. En la primera ráfaga sentí que me hirieron y se me llenaron los ojos de sangre. Parece que no fue un tiro, sino algún fragmento de vidrio o algo así, toda vez que luego pudimos establecer que carecía de importancia dicha herida, cuando fui a curarme.

Nos desmontamos del carro, saliendo Antonio de la Maza Vásquez, García Guerrero y yo, por el lado derecho del vehículo. En ningún momento me di cuenta de la posición de Imbert Barreras en aquellos momentos, siempre he pensado que permaneció dentro del carro tirando.

Ya desmontados y en plena balacera, vi a Cedeño Herrera cerca del carro del Jefe, notando a poco rato que caía al suelo diciendo que estaba herido.

También distinguí cuando el Jefe venía avanzando hacia la parte delantera de su vehículo, pegado al guardalodos delantero derecho del mismo. Sin embargo, no pude ver cuando cayó; en razón de que había vaciado los seis tiros del revólver en dirección a Zacarías, que estaba largando tiros a la carrera, dedicándome luego a tratar de auxiliar a Pedro Livio.

Cuando volví a ver al JEFE estaba tendido delante del carro. De inmediato me monté en el asiento delantero del carro Chevrolet, sin acercarme ni ver de cerca siquiera el cadáver del Jefe. Antonio Imbert tomó el volante del vehículo, colocándolo en forma que pudiese ser introducido en el baúl del mismo el cadáver del Jefe. De La Maza Vásquez y Pastoriza Neret, que había llegado junto con Huascar en esos momentos, en el carro Odsmobile, introducieron el cadáver del Generalísimo Trujillo en el baúl.

Ya de regreso, De la Maza y yo comenzamos a discutir, en razón de que le recriminé que lo hecho no había sido lo acordado entre nosotros. También recuerdo que en un momento, cuando estaban recogiendo a Cedeño Herrera para montarlo en el carro Chevrolet, De la Maza Vásquez tuvo la intención de acabar de matarlo, a lo cual también me le opuse.

Nos dirigimos directamente a la residencia de Juan Tomas Díaz Quezada; en el momento en que estábamos llegando, también estaba entrando a la residencia Juan Tomás el carrito Volswagen que se detuvo a conversar con De la Maza Vásquez en la avenida y en el cual éste nos dijo se encontraba Miguel Ángel Báez Díaz. Entramos a la casa, donde me cambié la camisa ensangrentada que tenía, poniéndome una color kaki de las de Juan Tomás.

Luego me monté con Huascar Antonio Tejeda Pimentel, García Guerrero y Antonio Imbert Barreras, dirigiéndonos a la casa del doctor Manuel Antonio Durán Barreras, donde se quedaron García Guerrero e Imbert Barreras, conduciéndome luego Huascar hasta la residencia del doctor Rafal Batlle Viñas, con el propósito de curarme la herida de la cabeza. Luego de una ligera cura, regresé con el ingeniero Tejeda Pimentel a la casa del doctor Durán Barreras en su automóvil me llevó a la casa de Juan Tomás.

Siendo aproximadamente las 12:00 p.m., De la Maza Vásquez y yo, en compañía del doctor Santana, nos dirigimos a la casa del doctor Robert Read Cabral, amigo de aquel, con el propósito de ocultarnos en su domicilio.

Luego de dejarnos en casa del doctor Read Cabral, el doctor Vélez Santana salió, regresando en compañía de Juan Tomás Díaz Quezada. Allí permanecimos ocultos hasta el día 4 de junio, cuando después de muchas discusiones y alternativas, incluyendo una tentativa del doctor Vélez Santana se disparar contra Juan Tomás por negarse a abandonar la casa de la familia Read Fernández, decidimos salirnos de allí. Yo mismo estaba indignado con De la Maza y Juan Tomás y ni siquiera deseaba conversar con ellos. Juan Tomás estaba sumamente nervioso.

Juan Tomás al salir lo hizo acompañado de Antonio de la Maza Vásquez. El doctor Vélez Santana salió más atrás, retirándome de último yo. Salí a pie por la calle Santiago y después de recorrer varias cuadras, detuve un carro público y me monté. Permanecí dando vueltas en el pueblo tratando de ver si conseguía alguna personalidad política que me entregara, hasta que en la esquina formada por las calles Independencia con Doctor Delgado fui sorprendido, al poner luz roja el tráfico, introduciéndose de inmediato en el vehículo en que andaba una vez detenido este, numerosos Agentes Armados de ametralladoras".

LUIS SALVADOR. ESTRELLA SADHALA

(Declarante).

(6 de septiembre de 1961)

Oficina del Jefe del Servicio de Inteligencia Militar y Propaganda Aviación Militar Dominicana

Carretera Mella klm. 9, D.N.

Relato del ajusticiamiento del dictador

Antonio Imbert Barrera Antonio Imbert Barrera

Este relato fue escrito por Antonio Imbert Barrera el 2 de junio del año 1961 cuando aún estaba caliente la sangre del tirano y cuando los esbirros del régimen buscaban afanosamente a los complotados. El hasta hoy único sobreviviente de la gesta estaba oculto en la residencia del funcionario de la embajada italiana Mario Cavagliano y su esposa Dirse en la calle Juan Sánchez Ramírez esquina Mahatma Ghandi, en Gazcue.

Debido a que no sé, cual será el final que me aguarda Dios Nuestro Señor, creo un deber para con mi Pueblo, en hacerle conocer como se llevó a efecto el ajusticiamiento del tirano Rafael L. Trujillo, en la noche del pasado 30 de mayo.

Fue nuestro objeto, el librar a nuestra amada Patria, del control absoluto de la fiera humana que la ultrajó durante los últimos 31 años, llegando al final de sus días a querer desacreditar por todos los medios, a los Representantes de Dios y a nuestra Religión.

Siempre fui de opinión que el primer paso a dar, para terminar con la tiranía de Trujillo, fuese la eliminación física de su persona, ya que cuando el Movimiento clandestino 14 de Junio, sugerí el plan de eliminación del tirano que fue aceptado, atreviéndose realizar, por descubrirse toda la organización del 14 de Junio, en enero de 1960.

Al salvarme yo de caer prisionero, al igual que muchos otros compañeros, y que lo debemos única y exclusivamente al valor que demostraron los compañeros que fueron torturados en la celebre 40. - Después de normalizarse mis nervios, y mi temor por los acontecimientos de enero 1960, me dediqué nuevamente a buscar una nueva forma de librar a la Patria de las garras del tirano: como es natural esta vez, lo hice con mucha precaución.

Hice amistad con Salvador Estrella pues, sabía que era un hombre que estaba dispuesto a todo por la libertad de nuestro pueblo. Después de algunos días de nuestra amistad, y de haber hablado de la situación política reinante, le dije que la única forma efectiva de dar la libertad a nuestro país era la eliminación física del tirano. El estuvo de acuerdo y quedamos en comenzar a hacer contactos, pues yo lo dije que la mejor forma era que como sabíamos que él tirano iba todas las semanas a su finca en San Cristóbal, y por lo regular era en horas de la noche, la forma que podía resultar más conveniente, sería en la Autopista, tramo comprendido entre la Feria Ganadera y el cruce de Haina. ¿Cómo Salvador, tenía amistad y conocía a algunos oficiales de la guardia personal del tirano, por haber sido su hermano General Estrella, durante algunos años el Jefe de la guardia personal, hizo el contactado con el Primer Teniente Amado García Guerrero, y obtuvimos todas las informaciones que necesitábamos al igual que la participación del Teniente García y de otros Oficiales en el plan; no obstante estar todos de acuerdo, por un motivo u otro pasaban las semanas los presos y no se podía llevar a efecto lo convenido, cosa esta que podrá ser explicada con más detalles si algunos de nosotros sobrevive al momento actual.

Como dije anteriormente de una contrariedad a otra pasaban los meses y nada hacíamos. En marzo del año en curso hicimos contacto con Antonio De La Maza, al tratar en el asunto nos dije que él también estaba tratando sobre la eliminación de Trujillo.

Después de varias conversaciones entre De La Maza, Estrella y yo, llegamos al acuerdo de parte del plan de De La Maza siempre que se aceptara parte del nuestro también. El plan quedó aceptado en la forma siguiente: 1.- Tres automóviles dispuestos en la siguiente forma: el primero se estacionaría en la Avenida en los alrededores de la Feria de la Paz, con cuatro hombres debidamente armados. Dichas personas no podían ser nerviosas y estas dispuestas a morir si fuese necesario. 2.- El segundo y el tercer automóvil con dos hombres cada uno, también debidamente armados y dispuestos a pelear, se irían más adelante en la autopista.

La segunda etapa de dicho plan se llevaría a efecto en la siguiente forma: como De La Maza ya tenía contacto con Juan Tomás Díaz, y este a su vez con el General José R. Román y otros, acordamos lo siguiente: en primer término Pupo y Juan Tomás, no estaban dispuestos a actuar hasta que no vieran por sus propios ojos al tirano apresado o muerto.

Tan pronto ellos estuvieron convencidos de que había desaparecido el peligro del tirano, todos nosotros juntos entraríamos al Palacio Nacional, para desde allí dominar sin mayor derramamiento de sangre la situación.

En el tiempo que se tomaba parte que llegaran al Palacio algunas personas ya señaladas a ocupar posiciones, por su reconocida seriedad, capacidad y su oposición al régimen de Trujillo, con dichas personas pensábamos formar una junta de gobierno, civil y militar, por un período de transición, en ese lapso que sería en el curso de la noche, Estrella y yo acompañábamos por el personal que se estimara conveniente, nos trasladaríamos a la penitenciaría de la Victoria y a otros lugares donde hubiera presos políticos, para ponerlos en libertad inmediatamente.

Pasaré ahora a la noche del 30 de mayo. Como sabíamos que los días en que regularmente el tirano escogía para trasladarse a su finca, eran de martes a jueves de cada semana, siempre desde las 7 p.m. estábamos reunidos en la casa de Estrella en la calle Cabrera No.21, De La Maza, Teniente García, Estrella y yo, pues podíamos observar perfectamente cuando pasaba caminando a pie el tirano con su comitiva, por la Ave. Máximo Gómez, observábamos si el tirano vestía ropa militar ya que estábamos enterados que cuando el iba para la finca usaba uniforme. Yo miraba el paso desde una ventana con unos anteojos para comprobar si el tirano llevaba uniformes o no, al comprobar que esa noche vestía de militar, seguido salí y se lo informé a los compañeros que estaban parados al frente; inmediatamente nos pusimos en movimiento para trasladarnos a nuestro sitio en la Avenida George Washington, allí nos juntamos Estrella, De La Maza, Teniente García, Ing. Huascar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Ing. Roberto Pastoriza y yo. Convenimos que dos de los automóviles se fueran alante, o sea dos o tres kilómetros del sitio donde nos encontrábamos. Estos dos vehículos que estaban ocupados uno, por Chascar y Pedro Livio, el otro por Roberto, con la misión de que al nosotros o sea De La Maza, Estrella, García y yo no permanecíamos en el sitio ante dicho, por cualquier circunstancia no podíamos darle alcance al carro del tirano cuando pasara, ellos se darían cuenta por señas de luces que yo le haría y entonces ellos, tenía que obstaculizar el paso del carro del tirano y entrar en acción inmediatamente. Así nos separamos, quedando en espera.

Dispusimos que yo conduciría nuestro vehículo por ser el menos nervioso, De La Haza, ocuparía el asesinato al lado mío, en la parte de atrás, del lado derecho García y del izquierdo Estrella.

Así estuvimos esperando hasta las 10 menos cuarto, cuando alcanzamos a ver al carro del tirano que venía, un Chevrolet modelo 1957, inmediatamente nos montamos en nuestro vehículo y tan pronto como pasó les seguimos atrás, al llegar frente a la Feria Ganadera le alcanzamos y seguimos detrás de él, hasta pasar la iluminación que hay en dicha vía. Como a 300 metros de haber dejado la iluminación, le pedí la derecha al carro del tirano, por medio de luces, el chofer seguido abrió paso, así me situé paralelo al vehículo de ellos y dí orden de fuego.

Los disparos debían ser concentrados, sobre el chofer con la idea, de ver si podíamos apresar vivo, al tirano. Sonaron dos disparos hechos por De La Maza y García, no fueron efectivos, en seguida nos dimos cuenta.

El chofer del tirano, detuvo bruscamente su carro, dando lugar a que nosotros pasáramos delante de ellos, al notar la maniobra inmediatamente dí la vuelta en redondo para avanzar hacia ellos. Cuando avanzábamos de frente a una distancia. de 15 ó 20 metros donde se encontraba ya estacionando el carro de ellos, nos dispararon la primera ráfaga de ametralladora, seguido detuve nuestro vehículo y ordené la salida del mismo al lado contrario de donde procedían los disparos, De La Maza y yo avanzamos hacia la parte delantera de nuestro carro, y Estrella y García a la parte trasera, en seguida empezamos a intercambiar disparos, así permanecíamos de 3 a 5 minutos. Noté que estaban haciendo sonar las sirenas del carro del tirano, entonces concentré mis disparos a la puerta del lado del chofer, en ese instante De La Maza me dijo vamos a terminar esto que se está alargando mucho, entonces retrocedí al sitio donde estaban Estrella y García, les dije que nos cubrieran porque nosotros íbamos a avanzar hacia el carro del tirano. De La Maza se dirigió hacia la parte de atrás y yo hacia la parte delantera, noté que De La Maza había comenzado a disparar y me dijo en voz alta "tocayo va uno para allá" en seguida noté que me habían dirigido una ráfaga de proyectiles, inmediatamente ví una figura que corría por la parte de alante del carro del tirano, y me dije cuenta por los gritos y el metal de voz que era el tirano y que esta herido, avanzó un poco más y cayó al suelo como a tres metros de donde yo me encontraba quedando en medio del pavimento de la autopista boca arriba con la cabeza hacía Haina, no se movió más.

Escuché en ese mismo instante dos disparos más e inmediatamente me dí cuenta de un carro que se había detenido a pocos metros avanzaba Cedeño hacia nosotros diciéndonos que estaba herido. Había ya terminado la acción.

Entramos a Cedeño en nuestro vehículo, lo puse en marcha deteniéndonos al lado del cadáver del tirano. Ya estábamos todos reunidos y le pregunté a De La Maza, donde estaba el chofer del tirano, a lo que me contestó que sabía que estaba herido y que había salido huyendo. Inmediatamente introdujeron el cadáver del dictador en el baúl y emprendimos el regreso a la Ciudad, en el carro veníamos De La Maza, Cedeño, Estrella y yo, en el segundo carro Huáscar, Pastoriza y García, quedándose un carro estacionado más adelante por habérsele pinchado una goma. Doble en la autopista hacia la izquierda por la Cervecería para salir a la carretera Sánchez hasta frente a la Lotería, doblando hacia la izquierda por una carrerita que sale a la Avenida Angelita, pues en ese tramo pensábamos hacer una llamada telefónica a Juan Tomás, no siendo posible por estar la casa cerrada, tomamos la Av. Bolívar y doblamos para ir a la Casa de Juan Tomás en la Ave. Pasteur. De la Maza y Estrella seguido llegamos a la casa de Juan Tomás entraron pues yo había tenido nuestro vehículo en un lugar un poco oscuro en el patio de la Casa. Noté que habían varios vehículos estacionados dentro del patio de la casa, al querer avanzar hacia el interior de la casa de Juan Tomás y ponerme en la luz, un hombre de los que allí estaba me dijo que no cruzara pues tenía toda la ropa llena de sangre por las heridas que había recibido esto es fragmentos que se me habían alojado uno en el lado izquierdo del pecho que me perforó una vena y otros en el brazo izquierdo al igual que en la rodilla. Retrocedí nuevamente y me paré al lado nuestro carro donde el teniente García se encontraba, que también estaba herido por un proyectil en una pierna.

El teniente García me dijo que Cedeño tenía dos balazos, y que había que llevarlos inmediatamente a una Clínica pues parecía que eran de gravedad. En ese instante vino Estrella en compañía de Huáscar y me dijo que nos iban a llevar al médico para curarnos pues yo seguía sangrando mucho y García tenía mucho dolor en la pierna. Acto seguido nos montamos en el carro que conducía Huáscar y le dije que me condujera a la Cayetano Rodríguez donde el doctor Durán, al desmontarnos frente a la casa les dije a los compañeros que debíamos sentirnos satisfechos y orgullosos que hacer dado el primer paso hacía la libertad de nuestro Pueblo de inmediato entramos a la casa y empezó el Dr. a curarnos.

Como es natural esto es una relación a grandes rasgos en los acontecimientos en detalles de personas que estaban entornados y que cooperaron en una forma un otra los he omitido por no considerarlo prudente en estos momentos.

Hoy día 2 de junio del año 1961, aún no he podido explicar las causas que fue motivado el que no se haya podido llevar a efecto la segunda etapa del plan convenido, ya que la responsabilidad es esa parte descansaba única y exclusivamente sobre Juan Tomás y Román.

Esta relación de los hechos solamente debe darse a conocer en caso de mi muerte y que no represente peligro alguno para los señalados en esta información. Tomando en cuenta el consultar con personas capacitadas que determinen la imposibilidad de perjudicar a cualquier persona.

Ya en la casa de Juan Tomás, comenzó la repartidera de los heridos para fines de cura. De la Maza abrió la puerta delantera de su carro Chevrolet y extrajo un maletín grande que había allí. Al abrir éste, yo pude ver desde fuera, dos paquetes cuadrados que debían ser paquetes de dinero, volviendo él a colocarlos de inmediato en el maletín, hecho lo cual cerró el mismo.

Me dirigí a lavarme las manos en una llave que estaba en el patio. Allí permanecí fumando unos diez o quince minutos, hasta que regresó Huáscar esta vez en compañía de la señora y los niños, esta vez en su propio carro.

Huáscar me condujo hasta unas cuantas cuadras de la casa de Antonio de la Maza, donde se encontraba el carro Odsmobile. Tomé dicho vehículo y lo conduje hasta el parqueo de Antonio y me retiré en mi vehículo que había dejado allí estacionado, dirigiéndome hacia mi casa, donde amanecí.

Al otro día, después de haber estado en mi oficina para solicitar permiso, fui temprano donde Huáscar, para ver que había sucedido. Este me dijo: "vamos donde Manuel Tavarez Espaillat, que mi señora tiene que ir allá".

Donde éste último nos pasamos el día; pero Tavarez Espaillat nos hizo salir, ya que al notarnos sumamente nerviosos se dio cuenta de que algo gordo nos pasaba y no tuvimos más remedio que confiárnosle.

Luego de esto, nos ocultamos en un almacén de Mosaico propiedad de la misma Fábrica Tavarez, después de abandonar nuestros vehículos. A la mañana siguiente Tavarez Espaillat llegó y nos hizo salir del almacén.

Le dejé mi pistola a Huáscar y me fui a pie hasta mi casa. Pude constatar que mi carro no se encontraba en la calle Plinio B. Pina Chevalier, donde lo hube dejado al fallarme la batería (Huáscar abandonó el suyo pensando que ya lo estarían buscando y podrían localizarle por el vehículo). Al llegar a mi casa, transcurrido un corto tiempo, llamaron de la Policía Nacional, para decirme que fuera a buscar el carro; por tal llamada llegué a la conclusión de que aún no me estaban persiguiendo. Por tanto colegí que lo más normal era seguir mi vida habitual. Busqué un vecino para que me condujese hasta el Palacio de la Policía Nacional a procurar mi carro, donde tras pagar RD$6.00 de multa tomé mi vehículo y regresé en el a mi casa. En la tarde di dos o tres vueltas observando el ambiente que había en la ciudad, decidiendo luego de esto volver a mi casa y quedarme tranquilo. Siendo las 2:00 a.m., fui reducido a prisión en mi hogar".

Ing. Roberto Rafael Pastoriza Neret

(Declarante)

(6 de septiembre de 1961)

Oficina del Jefe del Servicio de Inteligencia Militar y Propaganda Aviación Militar Dominicana

Carretera Mella klm. 9, D.N.

29 de mayo de 2008

Conmemoran hoy 47 aniversario muerte Trujillo

Se cumple en esta fecha el 47 aniversario del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien dirigió con mano férrea durante 31 años los destinos del país, desde el 16 de agosto de 1930 hasta el 30 de mayo de 1961, en que cayó asesinado víctima de una conspiración urdida por el Servicio de Inteligencia Militar estadounidense, en coordinación con militares y civiles que estaban al servicio del dictador.

Trujillo Molina nació el 24 de octubre de 1891 en San Cristóbal, una pequeña ciudad del sur de la República Dominicana, muy cerca de su capital, Santo Domingo, en el seno de una familia de la clase media.

Fue el tercero de once hermanos, siendo sus padres José Trujillo Valdés y Julia Altagracia Molina Chevalier. Su progenitor era hijo del español José Trujillo Monagas.

El 25 de noviembre de 1960, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), la policía política de la dictadura, asesinó, simulando un accidente de tráfico, a las hermanas Mirabal (Patricia, Minerva y María Teresa) cuando éstas salían de la fortaleza de Puerto Plata después de haber visitado a sus esposos, tres famosos dirigentes del movimiento de oposición 14 de Junio encarcelados por sus actividades contra el régimen.

Este hecho provocó una gran consternación en la sociedad dominicana, que definitivamente comenzara a tomar conciencia de la dura realidad, del salvajismo y la falta de valores de que hacía gala la dictadura.

Otra muestra de esa gran brutalidad fue el atentado fallido (24 de junio de 1960) contra el presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, odiado por Trujillo por su apoyo constante a los exiliados dominicanos.

Este hecho fue el principio del fin del régimen, la gota que colmó el vaso, pues la Organización de Estados Americanos (OEA) ya había acordado en su reunión de San José de Costa Rica la imposición de duras sanciones al régimen que provocaron su rápido aislamiento (se produjo la ruptura general en las relaciones diplomáticas con todos los países americanos, el bloqueo económico de la República Dominicana y un embargo de armas); no olvidemos que ya en Chile, en 1950, la OEA había hecho su primera declaración contra Trujillo.

En pocos años, el dictador, de ser el primer anticomunista de América, bastión de los EEUU en su lucha contra el comunismo, pasó a convertirse en una especie de apestado, en una figura incómoda para sus antiguos aliados.

Por si fuera poco, la Iglesia Católica, abanderada del régimen durante tantos años (muchos detalles así lo corroboran como, por ejemplo, la condecoración que Pío XII otorgó a Trujillo, La Gran Cruz de la Orden Papal, o el Concordato suscrito con la Santa Sede en 1954), también le dio la espalda.

El hecho detonante sería la pretensión de Trujillo de que se le concediera una nueva distinción a añadir a su largo catálogo de títulos honoríficos: Benefactor de la Iglesia.

En este sentido, la Carta Pastoral del 31 de enero de 1960, censurando la falta de respeto a los Derechos Humanos y la carencia de libertades, supuso el desmarque definitivo de otro de los pilares en que se sustentaba la dictadura.

La noche del martes 30 de mayo de 1961, Trujillo subió en su flamante Chevrolet Bel Air de color azul, modelo 1957, que conducía su chofer de confianza, Zacarías de la Cruz.

El cadáver del dictador fue totalmente acribillado de balazos y encontrado a las cinco de la madrugada del miércoles 31 de mayo dentro del maletero de un coche.

Detrás del atentado estuvieron varios militares entre ellos, el jefe del Ejército José René Román, que estaba casado con una sobrina de Trujillo.

Lo cierto es que Trujillo gobernó el país como si se tratara de su hacienda particular.

Autor: Ramón Ramos

LA MUERTE DE TRUJILLO

Zacarías de la Cruz, el chófer militar de Trujillo la noche del 30 de mayo, narró su versión de lo acontecido ese día al Procurador Fiscal y a un Juez de Instrucción. Ese documento nunca antes había sido publicado y El Caribe lo ha obtenido en exclusiva. Su declaración fue dada casi al morir Trujillo, el 21 de julio de 1961, es decir hace exactamente 40 años al día de hoy, cuando todavía su hijo Ramfis controlaba el país y no se había iniciado el proceso de apertura del régimen, por lo que se podría pensar que su versión de los hechos reflejó la necesidad de mostrar una actitud valiente por parte del dictador en el momento de su muerte. Sin embargo, lo dicho por Zacarías coincide en muchos aspectos, mas no en todos, con las versiones dadas por algunos de los ajusticiadores que sobrevivieron al hecho. Los aspectos más importantes de su declaración son: 1. El primer disparo contra Trujillo, que fue de escopeta, fue hecho cuando el carro que conducía Antonio Imbert y en el cual se encontraban Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá y el Teniente Amado García Guerrero, todavía estaba detrás del de Trujillo y no, como según las versiones de tres de los participantes (Antonio Imbert, Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá), cuando éste estuvo al lado del de Trujillo. Ese primer disparo hirió al dictador. Por otras versiones se sabe que quien lo hizo fue Antonio de la Maza, quien estaba en el asiento delantero derecho del vehículo. 2. Zacarías le sugirió a Trujillo que se fueran del lugar, pero el dictador insistió en que se parasen a pelear. Salvador Estrella Sadhalá, ya preso, dijo que Trujillo ordenó: "Párate a pelear". 3. Desde el vehículo con los cuatro héroes y mientras rebasaban el carro del dictador, se efectuaron disparos con un fusil M-1. Algunos pudieron haber impactado en Trujillo. Por otra versión se sabe que quien le disparó fue Amado García Guerrero, que estaba en el asiento trasero derecho. 4. Al ordenar Trujillo que se detuvieran, el vehículo conducido por Imbert les rebasó y éste luego tuvo que frenar y volverse. Entonces el vehículo de los héroes dobló y bloqueó el lado derecho de la autopista. Zacarías trató de volver su auto hacia Ciudad Trujillo, pero no lo hizo pues Trujillo, mal herido, optó por desmontarse del carro y pelear en la intemperie, sin la protección del interior del vehículo. Eso cuadra con la declaración que en la cárcel dio Huáscar Tejeda. 5. La única arma que utilizó Trujillo fue un pequeño revólver 38 de bolsillo. 6. Zacarías le advirtió a Trujillo que él también había sido herido. Como su carro ya se había detenido, pudo disparar con un rifle M-1. El dictador, ya fuera del carro, también disparó con su revolver, avanzando 3 ó 4 metros desde el frente de su automóvil, moviéndose al descubierto hacia los vehículos que le atacaban. De pronto cayó de bruces, inerte, presumiblemente ya muerto. 7. Zacarías, ya solo, siguió disparando con su M-1 y luego con una ametralladora Luger. Vio cuando uno de los héroes avanzó hacia el cuerpo de Trujillo, lo que aprovechó para tirarle y herirle. De los integrantes del automóvil de los cuatro héroes, tres recibieron heridas leves: Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá y Antonio Imbert. 8. Al acabársele los tiros a Zacarías, salió del carro para buscar una ametralladora que estaba en el asiento de atrás del mismo y entonces fue alcanzado por un tiro en la cabeza y se desmayó. En total recibió 9 impactos. De creerse su versión, los héroes no lo vieron ni lo remataron cuando se acercaron al vehículo. Eso es improbable, luce más bien que Zacarías se ocultó en la finca que en ese entonces bordeaba la autopista. 9. Zacarías no cita la llegada del segundo vehículo, manejado por Huáscar Tejeda y donde estaban Pedro Livio Cedeño y Fifí Pastoriza. Debió haberse desmayado antes, por lo que la grave herida que sufrió Pedro Livio entonces fue hecha por uno de sus compañeros. Luis Salvador Estrella, en su libro, probablemente en base a lo narrado por Salvador Estrella la misma noche del 30 de mayo antes de esconderse, coincide en que el segundo vehículo llegó después de muerto Trujillo y que fue Salvador quien, por error, hirió a Pedro Livio, quien en efecto obtuvo heridas de una pistola 38. El único que usó ese arma esa noche fue Salvador. Esta versión de los hechos difiere en detalles importantes de lo declarado por Antonio Imbert a la prensa y también de lo dicho por Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza y Salvador Estrella Sadhalá bajo interrogatorio cuando fueron detenidos y de lo que luego contaron a sus amigos en la cárcel, antes de ser asesinados en noviembre de 1961. Bernardo Vega La segunda versión del chofer En un libro publicado en España en 1965 por el ecuatoriano Gerardo Gallegos, aparece una segunda declaración jurada de Zacarías, efectuada en Madrid en 1964. Allí exagera un poco su declaración de 1961. Pone a Trujillo a decir: "Zacarías, párate que estoy herido". Y luego: "Para Zacarías, coge la ametralladora, vamos a pelear, que estoy herido". Allí se cita la llegada del segundo vehículo y agrega que fue Trujillo quien, con su revólver, hirió a Pedro Livio Cedeño, que había llegado en ese segundo vehículo y que el dictador disparó los seis proyectiles de su revólver y que murió cuando ya no contaba con balas. Esta segunda versión, reproducida en la prensa dominicana en 1999, es la que ha sido citada por algunos dominicanos que se han especializado en el tema y que tienden a defender el trujillismo. La suerte de Zacarías El chofer de Trujillo fue condecorado por el Presidente Balaguer en junio de 1961. Al caer los remanentes de la dictadura, Zacarías junto a Ramfis Trujillo y otros, se fue a vivir a España, regresando al país en 1966, al asumir el gobierno Joaquín Balaguer, siendo entonces nombrado en un alto cargo en el Consejo Estatal del Azúcar (CEA), en el departamento encargado de reclutar haitianos para el corte de la caña. Nunca más hizo declaraciones a la prensa. Murió el 3 de junio de 1999 a los 93 años de edad. El presidente Leonel Fernández ordenó que fuese sepultado con honores militares. Última Hora editorializó: "Con la muerte de Zacarías de la Cruz se esfuma la posibilidad de conocer, de primera mano y a través de un testigo de excepción, más detalles reveladores sobre el ajusticiamiento de Rafael Trujillo en 1961 y otros aspectos sobre la vida privada del dictador que dominó toda una época de la vida contemporánea. Por una suerte de invariable convicción que algunos nunca entendieron cabalmente pero que todos debieron respetar por su firmeza de carácter, Zacarías fue siempre una tumba en la que nadie pudo penetrar para que hablara sobre lo que conocía como chofer preferido de Trujillo". EL CARRO DEL DICTADOR http://www.reddominicana.com/comun/foros/uploaded/HSG/trujillo2.gif" border="0"> El carro de Antonio de la Maza Que era manejado por Huascar Tejeda y Pedro Livio Cedeño Antonio que Trujillo no podía estar herido cuando se inició la balacera. Antonio Imbert es el único otro testigo de los hechos que pudo hacer una declaración formal sin cohersión sobre lo que ocurrió. En su más amplia declaración a la prensa sobre el asunto, en 1964, explicó que el primer tiro, el de Antonio de la Maza, lo trató de dar cuando los dos vehículos estaban paralelos y que apuntó a Zacarías, pero la escopeta le falló. También erró el segundo, porque coincidió con el frenazo que dio Zacarías. A unos 500 metros Antonio Imbert dio la vuelta en redondo y el vehículo se detuvo en el carril derecho de la pista, como a 15 metros del de Trujillo, el cual estaba estacionado a la derecha y del cual tiraban con una ametralladora. Los cuatro héroes salieron del vehículo y tuvo lugar un intercambio de disparos que duró unos cuatro minutos. Considera que Trujillo no pudo haber estado herido al iniciarse la balacera, pues los dos escopetazos de De la Maza habían fallado. No cree que Trujillo disparó con un revólver, tal vez con una ametralladora. Imbert y De la Maza entonces avanzaron hacia el carro de Trujillo, recibiendo Imbert una ligera herida en el pecho. De la Maza fue por detrás del carro de Trujillo, quien se encontraba parado fuera del mismo. Imbert oyó un disparo de la escopeta de De la Maza, el cual a quemarropa le dio en el hombro a Trujillo quien se quejó por el dolor. Este caminó y se puso frente a las luces de su propio carro, y, en ese momento Imbert le disparó. Trujillo cayó sentado y luego boca arriba, muerto, con la cabeza hacia Haina. Fue tan sólo en ese momento que llegó el segundo carro, manejado por Huáscar Tejeda y con Fifí Pastoriza y Pedro Livio Cedeño. Este último en ese momento fue herido por un disparo en el vientre, proveniente ya sea de Zacarías, Amado García Guerrero o Salvador Estrella Sadhalá. Imbert fue al carro de Trujillo y tomó un revólver 38 que encontró en el asiento de atrás, y que todavía estaba con su cinturón, por lo que no cree que Trujillo lo usara. La declaración del chofer de Trujillo Juzgado de Instrucción de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional (21/7/1961) P. ¿Qué podría usted informarnos en relación al atentado criminal perpetrado la noche del 30 de mayo del año en curso, contra la ilustre persona del Generalísimo doctor Rafael L. Trujillo Molina, y con el cual usted fue herido? R. Yo era encargado de los vehículos privados del Jefe y era la persona que el Jefe utilizaba como chofer para sus viajes personales tanto en la ciudad como en el interior. Alrededor de las 8 p.m., del día 30 de mayo del año en curso, cuando él se preparaba a dar su acostumbrado paseo por la avenida George Washington, me dijo que me preparara para ir a la Hacienda Fundación. Yo le pregunté entonces: "Jefe, ¿sigo detrás o lo espero aquí?". Él me contestó entonces: "Espere aquí". Luego, como a eso de la 9:40 p.m., el Jefe regresó del paseo, subió a su casa de la Estancia Radhamés, donde yo lo esperaba y más tarde volvió a bajar, a las 9:45 p.m. Momentos antes, el Teniente Pedro de la M.G.D., y quien servía como camarero del Jefe había preparado el maletín que acostumbraba a llevar el Jefe y que, según me expresó éste, dicho maletín contenía una gran cantidad de dinero por lo pesado que estaba. Partimos de la Estancia Radhamés a la residencia de doña Angelita Trujillo, ubicada en la avenida Máximo Gómez, donde el Jefe permaneció como diez minutos. El Jefe salió de la casa y se montó en la parte trasera del carro marca Chevrolet, modelo 1957, color azul, BelAir. De ahí, conduje el carro por la derecha en la George Washington, avanzando hacia la autopista, marchando a una velocidad estable de 90 kilómetros por hora. Momentos antes de llegar al Bar Restaurante El Pony, rebasamos un automóvil Mercedes Benz. Proseguimos marcha por la autopista en dirección a San Cristóbal, y aproximadamente después de haber avanzado un kilómetro después del último poste del alumbrado eléctrico, repentinamente sentí un disparo desde un carro que iba detrás con las luces apagadas. Al mismo tiempo que sentí el disparo, que supongo fue de escopeta por la enorme detonación, pude darme cuenta de que el mismo vehículo que creo que nos perseguía, encendió las luces y volvió y las encendió. Segundos después, el Jefe me expresó: "Estoy herido, coge la ametralladora y párate a pelear". Entonces, yo le contesté: "Jefe, son muchos, vamos a ver si nos vamos, quiero salvarlo". Él volvió a repetirme: "Coge la ametralladora y vamos a pelear, que estoy herido". Mientras tanto, el carro que nos perseguía nos había rebasado por la derecha, tirándose un poco al paseo y desde el carro que lo rebasaba se hicieron disparos, que por su rapidez, presumo eran de fusiles ametralladoras; todas esas balas se pegaron en el carro y entiendo que algunas de ellas le dieron al Jefe. El carro que nos rebasó se tiró aun más a la derecha en el paseo, a consecuencia de yo haberle tirado encima el carro que conducía con el propósito de hacerlo salirse de la autopista. Pero al ser un carro tan veloz, de más potencia que el mío, pudo rebasarme y se cruzó hacia la izquierda, atravesándonos y debiendo yo frenar para no chocar con el carro que se me cruzó. En esos momentos en que frenaba, traté de virar el carro nuestro hacia Ciudad Trujillo, desviándome hacia la izquierda y quedando nuestro vehículo ubicado con el frente izquierdo ligeramente introducido en la grama central de la autopista. Al detenerme y volver la cara hacia detrás para mirar al Jefe, había abierto la puerta y se apresuraba a desmontarse, teniendo ya un pie en tierra. Lo vi bajar deslizando su cuerpo hacia el estribo, dándome la impresión de que estaba mal herido. Mientras bajaba hacia el estribo, pude ver que con sus manos buscaba en los bolsillos traseros un revólver pequeño calibre 38 corto, que acostumbraba portar y que fue la única arma que utilizó. Mientras tanto, desde el automóvil enemigo que nos había rebasado y el cual se había ubicado en la pista contraria a la nuestra, es decir, dirección oeste-este, se había detenido a unos 13 metros de distancia del nuestro, con el frente delantero derecho saliendo de la autopista y penetrando en el paseo derecho de ellos. Los ocupantes de este automóvil ya se habían desmontado y nos disparaban con nutrido fuego hacia nosotros. En esos momentos, le dije al Jefe: "A mí me hirieron también". El fuego que se nos hacían era cada vez más intenso. El Jefe se desmontó del vehículo y avanzó hacia la parte delantera derecha, y pude ver que disparaba con su revólver hacia los enemigos, con su pequeño revólver. Mientras tanto, yo tomé un fusil automático M1 (semi) y comencé a disparar sobre ellos. Cuando yo comencé a disparar, fue cuando vi al Jefe que avanzaba tres o cuatro metros delante del bómper del carro y cayó de bruces con el frente hacia el pavimento, dando media vuelta al caer, cayendo inerte. Presumo que el Jefe cayó muerto ya que no lo vi moverse más durante el tiempo que duró el combate que yo sostuve con los asaltantes. Descargué el fusil M-1 semi-automático con el cual disparaba y tomé una ametralladora Luger corta, disparando hacia el enemigo de manera intermitente, ya que debía racionar mis cápsulas para el combate que yo entendí se prolongaría. Vi cuando uno de los asaltantes avanzó hacia el cuerpo inerte del Jefe y al llegarle cerca le disparé algunas cápsulas que lo hirieron, dejando caer el asaltante su pistola o dando gritos de que se sentía herido. Luego, después me salió otro asaltante delante del carro disparando hacia mí; yo entonces le contesté con disparos, habiéndome dado cuenta que había caído y su pistola había caído en el pavimento, pero prontamente se levantó y volvió hacia su carro. Luego, cuando se acabaron los tiros de la ametralladora que yo portaba adelante, abrí la puerta del lado derecho del carro y me desmonté para coger la ametralladora del Jefe que estaba detrás del carro. Logré alcanzarla, y cuando me disponía a sobarla para disparar, fui alcanzado una vez más en la cabeza, por un disparo que me derribó, dejándome sin sentido. Es lo último que recuerdo en relación al asalto y al combate, en el cual recibí heridas en las dos piernas, en el muslo izquierdo y dos heridas en el vientre, dos heridas en el hombro derecho, una herida en el tobillo derecho y una herida en la cabeza que me fracturó o astilló la parte superior del frontal. Cuando recobré el conocimiento, un tiempo después que no puedo precisar, encontré la ametralladora Thompson a unos pasos de mí, así como algunas distancias de la ametralladora, en el lugar donde vi caer al Jefe, el kepis que éste usaba esa noche. Recogí ambas cosas y me senté en una verja situada a la derecha de donde me encontraba y esperé unos cinco minutos para ver si me traía a Ciudad Trujillo, ya que el vehículo en que nosotros andábamos no estaba en el lugar del hecho y los asaltantes tampoco se encontraban ya en ese lugar, suponiendo yo que se habían llevado el cuerpo del Jefe. Momentos después, aparecieron algunos campesinos, quienes fueron los que me condujeron hacia la antigua carretera Sánchez, donde fui trasladado al Hospital Marión donde quedé internado, habiendo sido dado de alta el día 17 de junio de este año. P. ¿Tiene usted algo más que declarar? R. No señor. Con lo cual dimos por terminado el presente interrogatorio que después de leído al declarante y expresar su conformidad, lo firma junto con nosotros y el secretario que certifica. · Zacarías de la Cruz Mayor, A.M. Declarante · Dr. Wilfredo Mejía Alvarado Juez de Instrucción · Ricardo Fco. Gaspar Thevenin Secretario · Dr. Teodoro Tejeda Díaz Procurador

Sangre en el barrio del Jefe

Por SERGIO SARITA VALDEZ

El período de la historia dominicana que comprende desde el año 1930 hasta mediados de 1961 corresponde a la llamada Era de Trujillo. Sobre ella se ha escrito un montón de libros, ensayos, novelas, cuentos, anécdotas tanto verdaderas como falaces, amén de uno que otro trabajo serio de investigación. Es en este último renglón en el que se coloca el ensayo histórico que lleva el mismo título que el presente artículo, el cual es hijo de la fina pluma- bisturí del inconfundible estilo de un veterano en estos menesteres y a quien por décadas venimos conociendo; me refiero al intelectual, político y periodista, el amigo Víctor Grimaldi.

Nuestro acucioso investigador ha lanzado al ruedo público una obra que de manera obligada habrá de generar comentarios diversos entre quienes tengan la dicha de leerla con detenimiento. Se trata de un libro editado bajo los cuidados de Cándido Gerón con una impecable calidad de impresión, fotografías en blanco y negro nítidas e inigualables, así como un papel y tipo de letra muy agradables al lector. Tomando como pie de amigo el argumento físico referente a las fuerzas centrípetas, uno parodiaría de una forma simplista diciendo que todos los caminos nos llevan a Roma, o mejor dicho, al ajusticiamiento del tirano el 30 de mayo de 1961.

Sin embargo, Grimaldi descubre un novedoso común denominador entre los implicados en el magnicidio de Trujillo Molina. En el primer capítulo se encuentra una parte titulada “Como un pleito de vecindario”, en la que se lee lo siguiente: "Entre los tantos y tantos enredos con que se presenta la muerte del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina se han dejado de observar o de destacar los detalles de algunos aspectos profundamente humanos relacionados con el trágico final de un personaje que se va convirtiendo en leyenda y objeto literario universal. Un aspecto que ha suscitado poca curiosidad es el carácter de pleito de barrio, de vendetta, de trifulca de patio o enfrentamiento sangriento de vecinos que se mueve en el trasfondo de la conjura que acaba con la vida del hombre que casó con doña María Martínez Alba cuando su hijo tenía seis años de edad. Desde un punto de vista de las cercanías en el vecindario, por ejemplo, es de notar que los personajes claves involucrados en el complot para matarlo vivían en los lugares más próximos a su casa de la avenida César Nicolás Penson: Antonio de la Maza en la calle Ángel Perdomo número 2, y Antonio Imbert Barreras un poco más cerca, en la Caonabo 45".

Cual si se tratara de una novela detectivesca y en parte de suspenso, Grimaldi reúne los argumentos y construye su tesis acerca del suceso de la noche del 30 de mayo de 1961 en base a entrevistas con familiares de involucrados en el hecho de sangre, allegados a Trujillo, personalidades que manejaron el cadáver del sátrapa, intelectuales de la época, documentos oficiales de la época, data bibliográfica calificada, así como otras publicaciones nacionales o extranjeras relacionadas con el tema. Como actor principal de la trama aparece la figura de don Antonio de la Maza, hombre de carácter irreductible, voluntad férrea y decisión irrevocable, marcado con tinta indeleble con el sello de la venganza por la muerte violenta de su hermano Octavio de la Maza (Tavito). En la presentación del libro dice su autor: "Documentos oficiales del Gobierno Dominicano y testimonios orales transcritos son el sustento básico de esta obra. Esta madeja de datos e informaciones, analizados desde el punto de vista humano, nos conducirá a sostener una hipótesis que investigación antropológica habrá de enriquecer en el futuro".

El orden cronológico de las causas que desencadenan la desaparición física de Rafael Trujillo nos lo muestra Víctor Grimaldi de esta forma: en el Consulado dominicano en Londres un sábado 10 de julio de 1954, Tavito de la Maza hiere mortalmente al cónsul y amigo Luis Bernardino en una trifulca bañada con alcohol. Minerva y Félix, hermanos de la víctima maniobrarán de forma incansable hasta hacer aplicar la ley del Talión sobre el homicida. En 1956 el exiliado español Jesús de Galíndez publica en los Estados Unidos el libro La Era de Trujillo en el que cuestiona si Ramfis era realmente hijo de Trujillo. La noche del 12 de marzo de 1956 el piloto estadounidense Gerard Lester Murphy traslada a la República Dominicana desde territorio norteamericano al profesor Galíndez el cual sería posteriormente asesinado por el generalísimo Trujillo. Félix Bernardino participa activamente en el secuestro del profesor universitario español.

En esta secuencia de muertes ocurre el asesinato de Murphy ese mismo año de 1956. Le sigue una investigación americana acerca del deceso de Gerard Lester. Para apaciguar el escándalo y a instancia de Bernardino es acusado de este crimen y encarcelado el 17 de diciembre de 1956 Octavio de la Maza. El 7 de enero de 1957 las autoridades judiciales entregan el cadáver de Tavito a su familia y aducen como manera de su muerte el suicidio por ahorcadura. Dejemos que sea Víctor quien con su pluma narre artísticamente esta parte: Entonces se produjo el sacrificio del 7 de enero de 1957, y a los cuatro años y cinco meses después se rompió el nudo gordiano de la cadena de crímenes trujillistas, cuando la noche del martes 30 de mayo de 1961 Antonio De la Maza Vásquez regó de hilillos de sangre el uniforme verde olivo de Rafael Leonidas Trujillo Molina enfrente de los acantilados de la costa suroeste de la ciudad de Santo Domingo, Primada de América?

BIOGRAFÍA DE RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA

RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA

RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA :: Militar y político dominicano del Siglo XX. 1891-1961

SAN CRISTÓBAL, REPÚBLICA DOMINICANA, 24 DE OCTUBRE DE 1891 CIUDAD TRUJILLO, REPÚBLICA DOMINICANA, 30 DE MAYO DE 1961

Himno Nacional de R. Dominicana Letra: Emilio Prud'homme Música: José Reyes
Autógrafo de RAFAEL LEÓNIDAS TRUJILLO MOLINA
Domunicana

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Militar y político dominicano nacido en la ciudad de San Cristóbal, al oeste de Santo Domingo, el 24 de octubre 1891, fue hijo de José Trujillo Valdez y Julia Altagracia Molina Chevalier. Se inició en la administración pública como telegrafista en 1907. Había realizado estudios primarios. Entre 1910 y 1916 se le vinculó a hechos delictivos. Estuvo encarcelado. Militó en el horacismo. A finales de 1916, Trujillo fue pesador y guardacampestre en algunos ingenios. Durante la ocupación norteamericana ingresó a la Guardia Nacional creada por los norteamericanos (1918) y ascendió vertiginosamente en la carrera militar. En 1919 se juramentó como segundo teniente y entre los años 20 y 21 participó activamente en el Este en la represión de las guerrillas antinorteamericanas. Se ganó el aprecio de las fuerzas de ocupación. Tras su salida de una academia militar en Haina en 1921, fue ascendido a capitán en 1922. De inmediato ocupó puestos de alto mando en la Guardia Nacional transformada en Policía Nacional Dominicana. Con rango de Mayor, dirigió el Departamento Norte de esta institución en 1924. Con el ascenso de Vásquez al poder (1924), Trujillo ocupó la jefatura de la Policia Nacional. Ya en 1927 fue ascendido a general de brigada. Un año más tarde (1928) la Policia Nacional quedó convertida en Ejército Nacional y fue su Comandante en Jefe. Trujillo, con claras aspiraciones políticas, fue en 1930 la figura militar que respaldó un movimiento cívico, que se originó en Santiago encabezado por Estrella Ureña (ver) que dio al traste con el régimen de Vásquez (1930). En estos momentos, la legación de los Estados Unidos en Santo Domingo fue sede de un arreglo que elevó a Estrella Ureña a la Presidencia Provisional de la República. Ese mismo año Trujillo se presentó junto a Estrella Ureña, como candidato a la Presidencia en las elecciones generales. Esos comicios, caracterizados por el fraude y la represión contra sus contrarios, condujeron a Rafael L. Trujillo Molina a ocupar la Presidencia y a Estrella Ureña a la Vicepresidencia. Este último rompió con Trujillo pocos años después. 1940-1950. Este período se inicia con la ampliación de la 2da. Guerra Mundial, que se extiende hasta el Mar Caribe, pues la marina alemana minó sus aguas con submarinos intentando detener el comercio latinoamericano con Europa y los Estados Unidos, y pasó por los triunfos de la Unión Soviética en varios frentes europeos de la guerra, y también, por la entrada de los norteamericanos en dicho conflicto bélico, y la final derrota de las fuerzas del “eje”, Alemania, Italia y Japón. El fracaso de Hitler por imponer el fascismo totalitario en todo el mundo, y la importante participación de las fuerzas militares de la Unión Soviética en el triunfo de los aliados (las tropas soviéticas ayudaron a liberar a Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania, etc. fueron las primeras que entraron en Berlín, Alemania) contribuyó en toda América Latina y en todo el mundo a fortalecer las corrientes antidictatoriales y a partidos y gobiernos democráticos. En nuestro país, interpretando ese viraje de la historia, a partir de aquí, (1944), Trujillo dio inicio a un período de apertura política que permitió actuar brevemente a los opositores a su régimen. Fue en este momento que se fundó el Partido Revolucionario Democrático Dominicano (más tarde Partido Socialista Popular) y la Juventud Democrática. Ambos agrupamientos combatieron abiertamente la dictadura. Este ensayo de apertura duró poco, pues el crecimiento de las simpatías de ambos grupos en el seno del pueblo dominicano y el inicio de la “guerra fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética, impulsó a Trujillo a la liquidación de la apertura política. Ya a finales de 1947, los principales dirigentes opositores a su régimen se encontraban, unos en las cárceles, otros desaparecidos o muertos, y no pocos tomaron el camino del exilio. Durante este período, el dictador amplió aún más el horizonte de sus negocios y riquezas, con la compra de varios ingenios azucareros, la instalación de importantes industrias monopolistas: fábrica de aceite, de sal, marmolería, de tejidos y cordelería, etc. y también liberó al país de la pesada deuda extranjera (Tratado Trujillo-Hull) que agobiaba a la República, desde finales del siglo XIX, y que fue el motivo central que originó la 1ra. Intervención Militar Norteamericana a la República Dominicana, que duró ocho años: entre 1916 y 1924. En síntesis, el “Benefactor de la Patria”, como se hizo llamar, se convirtió en el más importante empresario capitalista dominicano, y ello le facilitó una extraordinaria centralización y control de la vida política del país, es decir, la consolidación plena de su dictadura 1950-1961. Esta fase, puede dividirse en dos momentos; el primero, de 1950 a 1951, y el segundo de 1955 al 1961. Se caracteriza, el primer momento, por la firmeza del régimen en esos años, y el segundo momento, por el surgimiento de la crisis económica que al final se convertiría en crisis política y que originaría su caída. En los primeros años, el dictador disfrutó del absoluto control político y no se registra el más mínimo acto de oposición. Pero a partir de 1955, año en que la dictadura celebra su 25 aniversario, con la inauguración de la “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, con una serie de actos deslumbrantes e irracionales que costaron al gobierno más de 50 millones de dólares, la situación comenzó a modificarse, y se inicia un período de dificultades que anuncia la entrada en crisis de la tiranía. Coincide con esta situación, una ligera caída en los precios de nuestros productos agrícolas de exportación y en el plano internacional, con las caídas de varios dictadores latinoamericanos. Perón de Argentina, sucumbe en 1955, Rojas Pinillo, de Colombia, huye en 1957, Pérez Jiménez, de Venezuela, es derrocado en 1958, y Fulgencio Batista, dictador de Cuba, cae en 1959, a consecuencia de la lucha guerrillera dirigida por Fidel Castro Ruiz, quien habría de dar inicio en aquel país a un proceso revolucionario que se consolidó definitivamente. Todos estos hechos, pero sobre todo el último, influirían enormemente en nuestro país y fueron factores importantes en la caída de la dictadura. Por ejemplo: imbuidos del espíritu de rebeldía y de democracia inaugurado por Fidel Castro en Cuba, un grupo de patriotas (Gesta del 14 de Junio) entrenados en Cuba y con la ayuda de su gobierno y el de Venezuela que presidió Rómulo Betancourt, el 14 y el 19 de Junio de 1959, invadió por tres puntos nuestro país, para dar inicio a la lucha armada contra Trujillo. Su máximo jefe, el comandante Jiménez Moya (junto a más de un centenar de sus compañeros), murió en combate. La acción militar; puede decirse, fracasó. Pero no así, la acción patriótica, pues este hecho levantó enormemente la conciencia ciudadana y a partir de aquí, creció sin detenerse la oposición al régimen tiránico, que respondió a este despertar del pueblo con increíble brutalidad. Centenares de jóvenes de todas las edades y de ambos sexos, hombres maduros, y hasta ancianos, que de manera individual o en embriones organizativos manifestaban su inconformidad frente a la dictadura, sufrieron encarcelamientos, torturas y no pocos fueron asesinados. Hasta altos dignatarios de la Iglesia Católica, padecieron persecuciones, asedios y hasta amenazas de muerte. El acontecimiento más horrible de esta etapa fue el asesinato de las “Hermanas Mirabal”, fundadoras de la organización clandestina, 14 de junio, ocurrió en noviembre 25 de 1960. Este abominable hecho, sacudió verdaderamente la conciencia de todo el país y encendió el espíritu patriótico de los dominicanos. Por su parte, los Estados Unidos, comenzaron a mirar con preocupación extrema lo que ocurría en la República Dominicana, y orquestaron en la Organización de Estados Americanos (agosto 1960), una sanción contra el régimen por violación a los derechos humanos y como condena a el intento de Trujillo de asesinar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien meses antes, había sido víctima de un atentado organizado por el dictador dominicano en complicidad con ex oficiales al servicio del derrocado presidente de aquel país, general Pérez Jiménez. Los norteamericanos, también redujeron la cuota azucarera e impusieron a Trujillo otras sanciones económicas que afectaron sensiblemente la economía nacional y agravaron la crisis del gobierno dictatorial. También, por medio de sus agentes, los norteamericanos iniciaron contactos con personalidades inconformes con la dictadura a fin de organizar una acción que terminara con la vida de Trujillo. En ese orden, por medio de un agente norteamericano nombrado Lorenzo Wimpy residente en Santo Domingo, ofrecieron armas y explosivos, pero luego según se conoce, se desvincularon de esos planes. Tal era el ambiente político nacional e internacional que existía en la República Dominicana, cuando un grupo de decididos, encabezados por Antonio de la Maza , Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, el Teniente Amado García Guerrero , Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luis Amiama Tió, el general Juan Tomás Díaz, Tunti Cáceres, y otros, unieron sus esfuerzos, talentos y corajes, para organizar la emboscada que detuvo el automóvil en que viajaba Trujillo, cuando transitaba desde la ciudad capital hacia San Cristóbal, el 30 de mayo de 1961, dando muerte al dictador con el mismo estilo con que había gobernado: a tiros. El escritor, investigador y diplomático norteamericano, John Bartlow Martin, quien fue Embajador de su país en la República Dominicana durante el régimen de Bosch, (1963) en su libro “El Destino Dominicano” (Edit. de Santo Domingo, 1975) narra con detalles interesantes, el acto de la muerte del tirano. “A las ocho y media de la noche, uno de los conjurados, el teniente Amado García Guerrero, del Cuerpo de Ayudantes Militares de Trujillo, llamó por teléfono al oficial de guardia de la casa de Trujillo y le preguntó si salía éste. El oficial le dijo que Trujillo ya se había puesto el uniforme, esto significaba que iba a San Cristóbal. El teniente García Guerrero informó a Juan Tomás Díaz. Este avisó a los asesinos (SIC) que estaban en los coches estacionados cerca de la casa. Trujillo salió a su paseo nocturno con el general Román entre otros. Le recogió como siempre su Chrysler Imperial a prueba de balas. Inesperadamente Trujillo llevó primeramente al general Román a la base aérea de San Isidro, para una inspección sorpresa; había encontrado “irregularidades” durante el día en la base (según dice, un centinela no había gritado “firmes” a su llegada). Luego Trujillo fue a su casa y se cambió otro coche, un Chevrolet del 57 o del 58, los expertos difieren en este y otros detalles, y hacia las nueve y veinticinco salió para San Cristóbal. Al torcer de la Avenida Máximo Gómez a la Avenida George Washington, el primer automóvil de pistoleros se le colocó detrás; Salvador Estrella Sadhalá y Pedro Livio Cedeño. Al pasar por la Feria, el segundo automóvil de pistoleros se le colocó detrás con cuatro hombres. Antonio Imbert conducía y Antonio De La Maza sentado a su lado; en el asiento trasero probablemente, el teniente García Guerrero y Bienvenido García. El tercero, Roberto Pastoriza y Huáscar Tejeda Pimentel, esperaban más adelante, impidiendo el paso en la carretera de dos carriles, sólo a una manzana más allá del alumbrado fluorescente de las calles de la ciudad; en el límite con la oscuridad. Las noches dominicanas en el campo son oscuras. Al aproximarse el coche de Trujillo al obstáculo, el segundo automóvil que le seguía se colocó a su altura. Antonio de la Maza llevaba una escopeta de cañón doble, calibre 12. Disparó a través de la ventana trasera del automóvil de Trujillo. Según la mayoría de los relatos, este primer disparo le arrancó el costado a Trujillo y probablemente habría sido fatal. De la Maza disparó el segundo cañón por la ventana lateral y sus compañeros dispararon contra el coche con sus calibres 38 y 45. Aceleraron, pasaron al coche de Trujillo, y al llegar al obstáculo del tercer coche, dieron media vuelta y detuvieron su propio automóvil, enfocando con las luces a Trujillo que se aproximaba reduciendo la velocidad cada vez más. El primer automóvil de los perseguidores, siempre detrás del de Trujillo, repentinamente dio la media vuelta y se volvió a la ciudad, tal vez confundido, tal vez a causa de un pánico repentino; y uno de los dos hombres que iba en él, Pedro Livio Cedeño, cayó al pavimento que separaba los dos carriles y fue herido en la refriega que comenzó en aquel momento. Según el chofer de Trujillo, cuando hicieron el primer disparo Trujillo le dijo: “Para el automóvil. Lucharemos, me han herido”. El chofer vio que la ventanilla trasera había volado y que Trujillo se inclinaba, sangrando, contra la puerta derecha. Propuso dar la vuelta y escapar. Trujillo dijo que era demasiado tarde, que tenían que salir y disparar. El chofer detuvo el coche, con los faros de los dos automóviles cegándole, y falto de experiencia, no se le ocurrió disparar contra las luces. Los asesinos disparaban y Trujillo salió por la puerta de atrás. El chofer, siempre al volante, rompió el parabrisas y comenzó a disparar con su carabina automática San Cristóbal. Fue alcanzado una vez, luego otra, luego muchas más. Vació su San Cristóbal de treinta disparos, cogió otra, la vació también, cogió una Luger de nueve milímetros, la vació, se tambaleó, vio a Trujillo tendido en el pavimento dejó caer su pistola, dio unos pasos hacia una pared de cemento, se sentó cegado por la sangre y cayó recostándose en la pared sin sentido (milagrosamente sobrevivió, y hoy día se encuentra en Puerto Rico). Los hombres que habían estado disparando agazapados detrás de sus automóviles se acercaron. Encontraron a Trujillo tendido en la carretera. De la Maza dijo que estaba muerto. Pastoriza que todavía no había disparado le dio el tiro de gracia en la cabeza, y luego saltó sobre su rostro y cabeza. De la Maza exclamó: “Este hijo de perra ya no matará a nadie más” y arrastró el cuerpo por un pie hasta uno de los automóviles de los asesinos. Lo metieron en el maletero del automóvil. Quitaron el automóvil de Trujillo del camino, escondiéndolo parcialmente en la maleza. Sacaron de él una maleta que contenía trescientos mil dólares. Cuatro de los asesinos estaban heridos. Pedro Livio Cedeño el de mayor gravedad. Todos fueron a la casa de Juan Tomás Díaz para informar. Díaz y Amiama Tió inspeccionaron el cuerpo. Los pistoleros habían hecho su parte. El generalísimo Trujillo estaba muerto.