4 de febrero de 2008

Error estratégico al relegar el PRD

Por Juan Bolívar Díaz juanbolivardiaz@gmail.com Analistas políticos y dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) tienen la convicción de que ha sido un error estratégico el haber relegado esa organización política en la promoción electoral de su candidato,el ingeniero Miguel Vargas Maldonado. La estrategia de la campaña electoral perredeista ha sido centrada en la figura de un candidato que no había ejercido liderazgo en ningún sector social masivo, con limitado carisma y dificultades para llegar a los grupos de mayor criticidad donde el gobierno peledeista ha perdido más apoyo. En el empeño por evadir el peso de la generalizada sanción a la anterior gestión gubernamental perredeista, el discurso de campaña ha olvidado la historia de un partido que prendió en los sectores mayoritarios por sus planteamientos reivindicativos, sus aportes a la democratización de la nación y el legado de sus mayores líderes. Cumplido un año de que Vargas Maldonado fuera investido como candidato presidencial del PRD, las mediciones de preferencias en el electorado no le han otorgado un nivel superior al 34.65 por ciento que obtuvo el ex presidente Hipólito Mejía cuando intentó reelegirse en los comicios de 2004, en condiciones extremadamente difíciles marcadas por las consecuencias de la crisis financiera y divisiones internas. En esa oportunidad el partido blanco obtuvo el 30.67% de los votos válidos, a lo que se adicionó el escaso 2.98 por ciento que aportaron cinco partidos que se aliaron a su candidatura, tres de los cuales, el Quisqueyano Demócrata, el Renacentista Nacional y el Partido de la Unidad Nacional respaldan ahora el proyecto reeleccionista del presidente Leonel Fernández. Un cuarto, el Humanista Dominicano, apoya la candidatura del ingeniero Eduardo Estrella. Esta vez la candidatura perredeista sólo llevaría como aliado al Partido de la Unidad Democrática, contrastando con la multiplicidad de apoyo partidario que le acompañó en todos los torneos electorales, excepto en 1990 cuando sólo consiguió el 23 por ciento del sufragio. A partir de 1994 los partidos aliados al PRD, en el "Acuerdo de Santo Domingo" llegaron hasta siete, los que en el 2000 le aportaron 5.51 por ciento que sumado a su 44.34 por ciento determinaron que le fuera reconocida la victoria en primera vuelta con el 49.85 por ciento de los votos. De nueve encuestas publicadas después de proclamada la candidatura de Vargas Maldonado, sólo en la de la CID-Latinoamérica de noviembre pasado apareció en primer lugar de las preferencias y con sólo 35 por ciento, cuatro puntos más que el doctor Leonel Fernández, quien ha encabezado holgadamente las otro ocho. El mayor porcentaje logrado por Vargas fue el 38 por ciento registrado en la de Penn & Schoen de octubre, cuando quedó a sólo siete puntos por debajo de Fernández. Su promedio en las nueve encuestas ha sido de 32.8 por ciento, 0.8 menor al alcanzado por Mejía hace 4 años. Es obvio que a tres meses y medio de la elección presidencial, la candidatura perredeista está urgida de un crecimiento en las encuestas que le otorgue aliento para la recta final de la campaña electoral. El error estratégico. Conocidas las limitaciones con que arrancó la campaña de Vargas Maldonado el haber relegado el nombre y los símbolos de un partido de tan larga y fuerte tradición parece haberse convertido en un serio error estratégico. Obviamente que se trataba de evadir el peso muerto del anterior gobierno perredeista, lo que podría haber dado mejores resultados si el candidato hubiese tenido un previo liderazgo en algún sector social amplio, si irradiara un carisma extraordinario o si hubiese acumulado méritos en al debate de los principales problemas nacionales, ya fueren económicos, sociales o institucionales. También y si no hubiera sido un ministro relevante de la gestión del PRD más cuestionada. Tanto la propaganda como las propuestas del principal candidato opositor han estado centradas en un Miguel que no estaba revestido de un liderazgo nacional. El encarte colocado en algunos periódicos al comenzar el 2008 con un resumen programático se basaba en que "Miguel es Empleo, Miguel es Precios más Bajos, Miguel es Seguridad, Miguel es más y mejor Salud y Seguridad Social, Miguel es más y mejor Educación, Más que un político, un buen administrador". Contrastaba el gran tamaño de su fotografía con la dimensión casi imperceptible del símbolo del partido, cuyo nombre no aparecía. La estrategia de minimizar el partido, aún en los locales de campaña, se ha traducido en una reducción del potencial de la tradicional mística que ha sido fuerte del perredeísmo conceden importantes dirigentes de esa organización. El potencial perredeísta es tan fuerte que una significativa proporción de la campaña negativa contra su candidato se ha basado más en el rechazo al PPH-Hipolitismo que al partido mismo. El sociólogo y analista político César Pérez estimó que pudieron haberla combatido reivindicando el papel histórico del PRD, los gobiernos perredeistas de Juan Bosch, Francisco Caamaño y Antonio Guzmán, y sus aportes a la instauración de la democracia, sus cientos de mártires en la lucha contra la intervención extranjera y el legado político-social de su último gran líder José Francisco Peña Gómez. La frustración perredeista fue expresada la semana pasada por el popular artista y ex.síndico del Distrito Nacional Johnny Ventura, quien se quejó en el programa radiofónico de Nuria Piera y Huchi Lora de "tu no ves el jacho encendido por ningún lado, las siglas del Partido Revolucionario Dominicano no se observan, sino las del MVP, y yo no tengo que integrarme a esa campaña porque no es la del partido al que pertenezco desde 1964". Dirigentes perredeistas consultados creen que la cuestionada estrategia podría ser modificada, aunque el tiempo va escaseando. Otros confían en que los desaciertos y los escándalos gubernamentales se reflejen en las primeras encuestas de este año en vías de realización. Pero ésta última expectativa es dudosa en un país donde la población parece haber perdido la capacidad de asombro y reacción por la generalización de la degradación política, y apuesta a posiciones cada vez más conservadoras.- Insuficiente impacto El mayor logro de la gestión de Vargas Maldonado como candidato parece haber sido el respaldo de quienes le disputaron la candidatura con fuertes cuestionamientos, hasta consolidar la unidad de su partido incorporando a su campaña a la gran mayoría de sus dirigentes. También se le acredita haber integrado un movimiento externo de apoyo con figuras de prestigio profesional como el doctor José Joaquín Puello, quien lo preside. Sin embargo, entre analistas políticos prevalece el criterio de que la candidatura de Vargas Maldonado no ha conseguido suficiente impacto en el electorado, aunque en situación más crítica aparece el licenciado Amable Aristy Castro, candidato del tercer partido del sistema, el Reformista Social Cristiano, quien promedia 12.3 por ciento en las nueve encuestas del último año. Al limitado impacto logrado hasta ahora por los candidatos de oposición se atribuye el que la candidatura reeleccionista haya mantenido tan altas preferencias a pesar de los escándalos de corrupción, abuso de recursos públicos con casi todos los altos funcionarios en campaña, y serios descuidos en el manejo de los fenómenos atmosféricos que afectaron el país. El presidente Fernández promedia 43.6 en las nueve encuestas. Se advierte que Vargas Maldonado ha logrado mejorar su capacidad expositiva y hasta para la polémica, pero al igual que Aristy Castro no ha alcanzado los niveles comunicativos del candidato oficialista, quien además supera a sus contrincantes en carisma y cultura política. Desde luego, en un país donde el clientelismo es un mal endémico, un presidente que utiliza el presupuesto nacional para promoverse, cultivar el transfuguismo y los subsidios, que reparte personalmente cientos de millones de pesos en efectivo, cajas navideñas, regalos infantiles y eleva de un mes a otro en cien mil los beneficiarios de la asistencia pública, lleva amplias ventajas a sus opositores. Esa es la razón fundamental por lo que analistas políticos habían advertido que las fortunas personales de los principales candidatos opositores no eran suficientes para garantizarles el éxito, más aún si podían ser objeto de cuestionamientos. LA CIFRA 38 % El mayor porcentaje logrado por Vargas fue el 38 por ciento registrado en la de Penn & Schoen de octubre, cuando quedó a sólo siete puntos por debajo de Fernández. Su promedio en las nueve encuestas ha sido de 32.8 por ciento, 0.8 menor al alcanzado por Mejía hace 4 años.

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