Promover la equidad de género y la autonomía de la mujer ocupa el tercer lugar dentro de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados por las Naciones Unidas, con los cuales está comprometida la República Dominicana, cuyo gobierno invierte una gran cantidad de recursos para que nuestro país logre alcanzar estos objetivos, que en ocasiones lucen utópicos.
Promover la mujer como un adorno u objeto, es violentarla, reduciendo su aporte a la sociedad a un vil y mínimo elemento decorativo. Los piropos son manifestaciones de violencia difíciles de detectar, violaciones solapadas, aceptados en la sociedad como “expresiones de la cultura latina”. Al calificar los piropos como expresiones culturales, nos queda en el imaginario que las mismas son inamovibles, estáticas. Nada más incierto, sobre todo en este mundo globalizado, donde las culturas viajan vía electrónica y mutan continuamente. Los piropos refuerzan los estereotipos sexistas, y al final de cuentas son una semilla donde podría germinar la violencia, las violaciones sexuales, o incluso los feminicidios.
Las mujeres usualmente cumplen las cuatro jornadas de labores. Son las encargadas del cuidado de los hijos e hijas, siempre son las amas de casa. Cada vez más, también trabajan fuera de la casa, siendo un porcentaje importante de la fuerza laboral y en las noches como esposa deben de cumplir como tal. (y luego nos preguntamos por qué es tan frecuente la anorgasmia en mujeres), a esta mujer no se le puede valorar por su imagen.
En la conferencia reciente de la directora de la OPS, doctora Mirta Roses Periago en el Aula Magna de la UASD, la galena recalcó al Estado su compromiso para alcanzar la equidad de género y disminuir la brecha entre ambos sexos, como una de las herramientas del Plan Decenal de Salud.
El hecho de que la Secretaría de Estado de Interior y Policía auspiciara un concurso de piropos de forma descarada, denota un desconocimiento total sobre género y peor aún sobre las políticas de Estado de transversalización de género, lo que de forma más explícita sería hacer conciencia de la desigualdad de género y supervisar que se logre una equidad en las instancias del Estado.
Tener una política del Estado de reforzar e incluso premiar una persona por comparar una mujer con una rosa y con la naturaleza, como el primer lugar del concurso, es reducir su importancia al ornamento y al cuidado de las y los otros. Una forma más de discriminar y oprimir.
La paz sólo se alcanzará una vez que todos los y las habitantes del planeta tengan la capacidad para poner decidir sobre sus cuerpos y sus propias vidas y llevar sustento para sí y sus familias. La equidad de género es un principio ético y elemento funcional del desarrollo.
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