6 de febrero de 2008

Una aventura llamada Miguel

Una aventura llamada Miguel
Una aventura llamada Miguel
Amadeus Mozart, Mahatma Gandhi, San Francisco de Asís, Juana de Arco, Galileo Galilei y Leonardo Da Vinci se ganaron un escaño en la eternidad no por su fortuna, sino por su abundancia de sueños. Ante la grandeza de sus almas, naufragaron la ambición y
Por NICOLAS MATEO / Barrigaverde.net 08:16 am

La eternidad y la gloria no están diseñadas para ser mancilladas por individuos de éxito económico, allí sólo tienen cabida las personas de talento, los forjadores de sueños y los hombres y mujeres que se hacen camino con la firmeza del corazón, aquello que echan a andar, cuando la vida parece una quimera.

Amadeus Mozart, Mahatma Gandhi, San Francisco de Asís, Juana de Arco, Galileo Galilei y Leonardo Da Vinci se ganaron un escaño en la eternidad no por su fortuna, sino por su abundancia de sueños. Ante la grandeza de sus almas, naufragaron la ambición y el dinero.

Nadie ocupa un lugar en la historia ni por rico ni por lindo. Desde Juan Pablo Duarte hasta el profesor Juan Bosch, los dominicanos de mayor significación han carecido de fortuna.

De manera que, es un error garrafal promocionar a un candidato presidencia vendiendo su éxito económico como una virtud, porque a diferencia de un empresario y/o comerciante que busca beneficios para él y los suyos, un político, por definición sociológica, es un individuo que lucha por el bienestar común.

El candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano, ingeniero Miguel Vargas Maldonado, ha quedado atrapado en la lógica de sus estrategas, los que han pretendido, sin éxito, convencer a los votantes de que las habilidades mágicas de este aspirante para hacer de cualquier operación comercial un fabuloso negocio, es suficiente para lidiar con las múltiples complejidades del Estado Dominicano.

Sin duda, que la mayor fortaleza personal de Vargas Maldonado, que es su habilidad para convertir en negocio hasta una picada de ojo, es su debilidad más significativa en el terreno político, lo que se evidencia en el hecho de que pese a tener dos años en campaña, no ha podido superar en intención de voto, lo que Hipólito Mejía, el peor candidato que jamás haya postulado partido alguno, logró en las urnas el 16 de mayo de 2004.

Tener dinero no es condición suficiente para ganar unas elecciones, es más, es en realidad una desventaja ser un potentado económico, ya que los seguidores, como es el caso de Miguelito, ven en un candidato así no sólo la posibilidad de engancharse en el tren gubernamental si obtuviese una victoria, sino la oportunidad de "cobrar adelante", por tanto, más que un aspirante, ven en él un botín.

Pero la mayor debilidad del candidato perredeísta no es su abundancia de dinero, ni el hecho de que sus asesores, y muchos de sus colaboradores, no lo ven como un posible presidente, sino como un cliente o solucionador inmediato de problemas personales.

Su "Talón de Aquiles" está en sus mismas condiciones intrínsecas, de ser una político sin escuela, sin formación, carente de ángel, que no es referente de nada, ante los ojos de un elector sumamente politizado que suele estremecerse ante el drama puro o la comedia, pero que se queda inerte ante una sátira mal montada, de un aspirante que tiene los atributos de la aspirina: que no causa ningún efecto en el corazón de nadie.

A esas debilidades propias, se le suma el hecho de ser candidato de un partido político al que no asume en sus esencias, porque no es parte viva de esa historia mal contada de luchas y aportes significativos en beneficio de las libertades y la consolidación de esta democracia que padecemos.

Miguelito es un candidato que no puede llevar en las alforjas las glorias de un PRD aceleradamente envejecido por los resultados de tres desastrosas gestiones, porque no sabe como gana más o pierde menos.

La cruda realidad de que en el promedio de las encuestas realizadas hasta la fecha, luego de un año de labor proselitista intensa, no logra alcanzar los resultados obtenidos por Hipólito Mejía en las elecciones de 2004, pone en evidencia el triste papel desempeñado por Miguel Vargas Maldonado en lo que va de campaña electoral.

Las estrategias han fallado, mercadear las habilidades del candidato perredeísta, sus virtudes de Rey Midas moderno, que todo lo que toca lo convierte en dinero, no les ha servido de nada, y a los electores al parecer no le hace gracia, embarcar al país en una aventura llamada Miguel.

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