SANTO DOMINGO.- El dramaturgo y dirigente perredeísta, Geovanny Cruz, comunicó la "naturaleza de su desencanto" en la politica dominicana, especialmente con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) por sus conflictos internos que lo han llevado a la derrota en varias ocasiones.
En su blog "La Pasión cultural", Cruz hace una crítica de las acciones de dicho partido y sus dirigentes, por lo que anuncia públicamente su renuncia irrevocable al PRD.
"No más! ¡Tiro la toalla! ¡Me alejo radicalmente del PRD! Nada hay en ese partido que despierte mis
simpatías, sentimientos e interés", manifestó."No más! ¡Tiro la toalla! ¡Me alejo radicalmente del PRD! Nada hay en ese partido que despierte mis
A continuación el artículo integro:
Nota: Perdónenme que hable hoy, en La Pasión Cultural, un poco de política. No pude, o quise, evitarlo. Deseaba aclarar lo antes posible la naturaleza de mi desencanto.
Desde hace unos días el Torito, excelente artista popular dominicano, viene publicando en las Redes Sociales, que otorga hasta el 31 de diciembre a Miguel Vargas e Hipólito Mejía un chance para terminar las diferencias que, desde un tiempo para acá, dividen al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y que, estoy convencido, han sido las causas fundamentales de las diferentes derrotas que ha sufrido ese partido político.
La historia social del PRD es harto conocida. Por lo que referirme a ella es innecesario.
Pero ni los méritos acumulados constituyen una justificación para el desastroso desempeño que ha tenido ese partido en la última década.
Permítanme precisar que la primera militancia política del suscrito fue en el Partido Comunista Dominicano (PCD). De allí salí al regresar desencantado de la Unión Soviética, a la cual suponía "Capital del Marxismo" y en la que encontré vicios mas graves que el en Capitalismo; pero sin las ventajas de este sistema político.
Aun estando en el PCD mantenía una gran relación amistosa con el profesor Juan Bosch y hasta llegué a ser instructor artístico en algunos organismos del PLD. Sin embargo, cuando comprendí que debía tener nuevamente participación partidaria me decidí por el PRD. Esto, porque entendía que Peña Gómez constituía, para aquellos tiempos, la mas clara oposición al ultrajante balaguerato; del cual era el propio Peña una víctima ideológica, cultural y social. Mi amistad entrañable con el escritor, intelectual y político Tony Raful, la cual todavía se mantiene inalterable, también fue factor en la decisión de entonces.
Como no acostumbro a pasar factura, no enumeraré las posibles contribuciones políticas y culturales que hice al partido blanco en todos estos años de militancia. Me limito a informar que en la última campaña electoral fui Presidente en Funciones del Comando Cultural de Campaña, con todo el compromiso y sacrificio que tales atribuciones obligan.
Varias veces oralmente, y unas tres por escrito, he cuestionado al PRD por la falta de coherencia, ideología, metedura de pata, luchas internas y desnaturalización luego de la desaparición de Peña Gómez.
Hace unos meses que Tony Raful inició una saga de elaborados artículos en las cuales, precisamente, cuestiona la falta de ideología de su partido y reseña la forma en que una oligarquía, irracional e inculta, se ha adueñado del PRD luego del fallecimiento de su líder emblemático.
Sombríos fueron el panorama y el futuro diagnosticados al PRD por Raful, si no se producía una revisión ideológica profunda. Igual, si no quitan de las manos las riendas del partido a esa oligarquía despiadada e ignorante.
Recuerdo haber comentado con Raful que no había forma de que los cambios que solicitaba en sus artículos ocurrieran. Como tampoco había manera de esa oligarquía, que asaltó en algún momento al PRD, soltara el control del mismo. No juzgo necesario argumentar esto ante todas las evidencias que vemos a simple vista.
Como observo los asuntos, este último pleito perredeísta no es una contienda entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía. Por supuesto que no. Es algo más profundo y tenebroso que eso. Es una contienda que se produce por el vacío cultural del partido y por la renuncia a la verdadera razón de ser del PRD, construida desde su propia historia.
Dirigentes y simpatizantes del partido del jacho gustan decir que este es un sentimiento arraigado entre muchos dominicanos. Aunque podría... no voy a cuestionar esto. Empero, en mi caso demando mucho más del partido con el cual me involucro. Aunque como artista desarrollo internamente exquisiteces emocionales, como intelectual resulto ser demandantemente Racional. Nada, ni las religiones, puedo aceptar si no pasa por el tamiz de la Razón.
De todos modos hasta el cacareado sentimiento perredeísta en mí caso se ha perdido.
Por todo esto, y para no alargar innecesariamente esta declaración, digo públicamente a mis amigos, allegados y lectores que... ¡No más! ¡Tiro la toalla! ¡Me alejo radicalmente del PRD! Nada hay en ese partido que despierte mis simpatías, sentimientos e interés.
Si el PRD encontrase el rumbo, aunque lo dudo, y descubre una fórmula unificadora y triunfadora, lo voy a celebrar. Pero todo eso lo harán sin mi participación y concurso porque yo acabo de desmontarme del buey.
Sé que algunos amigos perredeístas no estarán de acuerdo conmigo. Bueno... yo tampoco estoy de acuerdo que ellos sigan en un partido que se ha traicionado a sí mismo. Aun así, respeto su decisión de continuar allí. Aunque no me sienta cómodo al decirlo, ellos deben respetar la mía de alejarme... para siempre.
La historia social del PRD es harto conocida. Por lo que referirme a ella es innecesario.
Pero ni los méritos acumulados constituyen una justificación para el desastroso desempeño que ha tenido ese partido en la última década.
Permítanme precisar que la primera militancia política del suscrito fue en el Partido Comunista Dominicano (PCD). De allí salí al regresar desencantado de la Unión Soviética, a la cual suponía "Capital del Marxismo" y en la que encontré vicios mas graves que el en Capitalismo; pero sin las ventajas de este sistema político.
Aun estando en el PCD mantenía una gran relación amistosa con el profesor Juan Bosch y hasta llegué a ser instructor artístico en algunos organismos del PLD. Sin embargo, cuando comprendí que debía tener nuevamente participación partidaria me decidí por el PRD. Esto, porque entendía que Peña Gómez constituía, para aquellos tiempos, la mas clara oposición al ultrajante balaguerato; del cual era el propio Peña una víctima ideológica, cultural y social. Mi amistad entrañable con el escritor, intelectual y político Tony Raful, la cual todavía se mantiene inalterable, también fue factor en la decisión de entonces.
Como no acostumbro a pasar factura, no enumeraré las posibles contribuciones políticas y culturales que hice al partido blanco en todos estos años de militancia. Me limito a informar que en la última campaña electoral fui Presidente en Funciones del Comando Cultural de Campaña, con todo el compromiso y sacrificio que tales atribuciones obligan.
Varias veces oralmente, y unas tres por escrito, he cuestionado al PRD por la falta de coherencia, ideología, metedura de pata, luchas internas y desnaturalización luego de la desaparición de Peña Gómez.
Hace unos meses que Tony Raful inició una saga de elaborados artículos en las cuales, precisamente, cuestiona la falta de ideología de su partido y reseña la forma en que una oligarquía, irracional e inculta, se ha adueñado del PRD luego del fallecimiento de su líder emblemático.
Sombríos fueron el panorama y el futuro diagnosticados al PRD por Raful, si no se producía una revisión ideológica profunda. Igual, si no quitan de las manos las riendas del partido a esa oligarquía despiadada e ignorante.
Recuerdo haber comentado con Raful que no había forma de que los cambios que solicitaba en sus artículos ocurrieran. Como tampoco había manera de esa oligarquía, que asaltó en algún momento al PRD, soltara el control del mismo. No juzgo necesario argumentar esto ante todas las evidencias que vemos a simple vista.
Como observo los asuntos, este último pleito perredeísta no es una contienda entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía. Por supuesto que no. Es algo más profundo y tenebroso que eso. Es una contienda que se produce por el vacío cultural del partido y por la renuncia a la verdadera razón de ser del PRD, construida desde su propia historia.
Dirigentes y simpatizantes del partido del jacho gustan decir que este es un sentimiento arraigado entre muchos dominicanos. Aunque podría... no voy a cuestionar esto. Empero, en mi caso demando mucho más del partido con el cual me involucro. Aunque como artista desarrollo internamente exquisiteces emocionales, como intelectual resulto ser demandantemente Racional. Nada, ni las religiones, puedo aceptar si no pasa por el tamiz de la Razón.
De todos modos hasta el cacareado sentimiento perredeísta en mí caso se ha perdido.
Por todo esto, y para no alargar innecesariamente esta declaración, digo públicamente a mis amigos, allegados y lectores que... ¡No más! ¡Tiro la toalla! ¡Me alejo radicalmente del PRD! Nada hay en ese partido que despierte mis simpatías, sentimientos e interés.
Si el PRD encontrase el rumbo, aunque lo dudo, y descubre una fórmula unificadora y triunfadora, lo voy a celebrar. Pero todo eso lo harán sin mi participación y concurso porque yo acabo de desmontarme del buey.
Sé que algunos amigos perredeístas no estarán de acuerdo conmigo. Bueno... yo tampoco estoy de acuerdo que ellos sigan en un partido que se ha traicionado a sí mismo. Aun así, respeto su decisión de continuar allí. Aunque no me sienta cómodo al decirlo, ellos deben respetar la mía de alejarme... para siempre.
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