2 de marzo de 2008

¿Quién traicionó a Francisco Alberto Caamaño Deñó?

NUEVO LIBRO DE HAMLET HERMANN
Fidel Castro invitó a Francisco Alberto Caamaño a irse a Cuba, interesado en conocer de viva voz la experiencia del comandante de la resistencia armada a la intervención militar de los Estados Unidos a la República Dominicana en 1965.
Fausto Rosario/ ENTRE COMILLAS

Portada del nuevo libro de Hamlet Hermann.
Clave.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Hamlet Hermann pondrá a circular, el próximo 11 de marzo, un libro en el que revela cómo Fidel Castro tuvo un rol determinante en la salida de Caamaño de Cuba con destino a las costas de RD.
Fidel Castro invitó a Francisco Alberto Caamaño a irse a Cuba, interesado en conocer de viva voz la experiencia del comandante de la resistencia armada a la intervención militar de los Estados Unidos a la República Dominicana en 1965.
Caamaño era, en agosto de 1967, agregado militar en Londres. Fidel estaba interesado en conocer de primera mano los detalles de la crisis dominicana.
El militar dominicano llegó a Cuba el 1 de noviembre de 1967, "en una corta visita". Sin embargo, cuenta Hamlet Hermann en su nuevo libro "El Fiero, Eberto Lalane José", "luego de una conversación que duró tres días de noviembre de 1967 con el comandante Fidel Castro, Caamaño decidió quedarse en la isla".
Los cubanos guardan celosamente las conversaciones de Caamaño y Fidel, incluso cientos de fotografías de ambos líderes, pero aún se niegan a darlas a conocer. El propio Hamlet Hermann hizo esfuerzos para recibir los documentos, pero le fueron negados.
Caamaño se quedó en Cuba, en absoluto secreto. El primer encuentro de Caamaño con Los Palmeros se celebró el 20 de diciembre de 1967, y a partir de entonces se convertiría en Román, el jefe guerrillero que se propuso derrocar al gobierno del doctor Joaquín Balaguer.
Caamaño y Los Palmeros contaron con todo el apoyo del gobierno cubano para comenzar a preparar sus planes guerrilleros. Los cubanos administraban las relaciones de Caamaño. Aparte de Los Palmeros, el primer personaje que tuvo conocimiento de la presencia de Caamaño en Cuba, y le visitó, fue el doctor Jottin Cury, que era en ese momento diputado por el PRD, que presidía Juan Bosch.
"Caamaño explicó en aquel momento al doctor Cury sus planes estratégicos -cuenta Hermann-. Asimismo le solicitó sirviera de contacto con algunos de los compañeros que se habían comprometido firmemente con él antes de su desaparición de la vida pública".
Un mes después, Caamaño envió a un oficial cubano a hacer contactos con Montes Arache y Lachapelle Díaz, que habían sido sus lugartenientes en 1965, y que desempeñaban las funciones de agregados militares en Francia y Holanda, respectivamente. La demora del contacto, dice Hermann, presagiaba lo peor, "la deserción y la traición".
En el libro abundan revelaciones sobre actuaciones que el autor considera inadecuadas, inclusive algunas decisiones del propio Caamaño. Por ejemplo, revela que mientras Los Palmeros se entrenaban en operaciones militares, Caamaño les permitió ver los entrenamientos a tres dirigentes del Partido Comunista Dominicano, que fueron Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello y Manolo González (El Gallego).
Sobre Juan Bosch y Caamaño, el libro dice que el militar se excedió en su confianza hacia el líder político. Cuenta que en una carta de 1968 Caamaño le contó sus planes al ex presidente Bosch.
"La confianza de Caamaño en Bosch desbordaba los límites de la prudencia al informarle de sus actividades clandestinas. Daba la impresión de que confiaba totalmente en El Viejo, que había sido partícipe importante de su desaparición de la vida pública en octubre de 1967. El tiempo diría si Caamaño había actuado correctamente o más bien desperdiciado su confianza", según Hamlet Hermann.
El libro también denuncia a Fidelio Despradel y a Roberto Duvergé, dirigentes del Movimiento 14 de Junio, a quienes acusa de revelar la presencia de Caamaño en Cuba.
"Esa camarilla delataba la única esperanza que tenía el pueblo dominicano para crear la democracia... Esa fue una delación imperdonable que sellaría la desaparición total del 1J4 en muy corto tiempo".
Por otro lado, el libro denuncia que Montes Arache y Lachapelle Díaz traicionaron a Caamaño desde que entregaron informaciones confidenciales a Ney Tejeda y a Camilo Padreda sobre los planes de Caamaño y Juan Bosch para invadir el país y encabezar una revolución contra Balaguer.
El libro recoge la síntesis que preparó Eberto Lalane José de una reunión que sostuvo con Peña Gómez, en julio de 1968, en Benidorm, España. Lalane fue enviado por Caamaño a reunirse con Juan Bosch, pero éste último declinó recibirlo, porque era muy joven, y designó a Peña Gómez para que conversara con él.
La reunión duró dos horas, y el documento recoge las insinuaciones de Peña sobre las supuestas traiciones de Fafa Taveras, Héctor Aristy, Montes Arache, Lachapelle Díaz y muchos otros. Se relatan delaciones y hurto de dinero.
Esta es una de las partes más polémicas del libro que se pondrá a circular el próximo 11 de marzo, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y que edita la Comisión de Efemérides Patrias.
El libro abunda en las relaciones de Bosch con Caamaño y relata el momento en que se produjo el rompimiento definitivo, por iniciativa del líder del PRD.
El autor reconoce que sin documentos es difícil sacar conclusiones sobre las decisiones de Juan Bosch, pero "los acontecimientos posteriores apuntan hacia la premeditación como forma de deshacerse de un compromiso que implicaba riesgos que él (Juan Bosch) no estaba acostumbrado a manejar".
Caamaño vivió en una residencia al oeste de La Habana, en un sector al que llamaban La Nina. Allí habría vivido, supuestamente, el Che Guevara cuando se preparaba para salir hacia Bolivia.
Luego de prepararse durante varios años, con traiciones, deserciones, delaciones, y la resistencia de los dirigentes cubanos a que Caamaño emprendiera el movimiento guerrillero, hubo una reunión histórica entre Caamaño y Manuel Piñeyro, mejor conocido como Barbarroja.
Fue el 28 de septiembre de 1972. Ese día Fidel hablaba en la Plaza de la Revolución. Piñeyro llegó acompañado de varios hombres a la casa donde se encontraban los hombres que le quedaban a Caamaño.
Luego de hablar a solas con Piñeyro, Caamaño llamó a sus tropas e informó que la revolución cubana no estaba en condiciones de colaborar para que ese grupo retornara a la República Dominicana.
Caamaño definió aquella decisión como una traición de Piñeyro y de su aparato del Ministerio del Interior, y dijo que confiaba en que Fidel nunca traicionaría sus compromisos de solidaridad con el pueblo dominicano.
"Caamaño insultó a Piñeyro de manera tal que la palabra cobarde habría parecido un elogio. La situación se tornó tan grave que los hombres de Caamaño asumieron posiciones como si presintieran un desenlace de extrema gravedad. Si allí no ocurrió lo peor fue porque el comandante Piñeyro se retiró discretamente del lugar, sin hablar, sin discutir y sin responder al insultante lenguaje de Caamaño", relata Hamlet Hermann.
Piñeyro habló con Fidel, quien le ordenó que suspendiera sus contactos con Caamaño. Comisionó al comandante José Abrantes, viceministro de Interior, para que encargara al Batallón de Tropas Especiales de la atención a ese proyecto y que le reportara directamente a él. También Fidel dio la orden de que a los dominicanos les facilitaran todo lo que pidiera Caamaño. Fidel y Caamaño se reunieron y acordaron la salida hacia el país.
Hamlet sigue su relato que dettalla todos los pormenores de lo sucedido a partir de allí:
"El comandante Abrantes se reuniría días después con los ocho hombres leales a Caamaño para ponerlos al tanto de la decisión de Fidel de contribuir con todo lo que fuera necesario para la repatriación armada".
Se pasó entonces a definir de qué manera se produciría la vuelta a la patria... se decidió que el traslado sería por la vía marítima desde un punto que no fuera la isla de Cuba. También se estableció que toda la operación sería realizada por los dominicanos para que no se produjeran acusaciones contra la Revolución Cubana en el espectro internacional".
Desde entonces Caamaño aceleró los preparativos con sus ocho hombres para que la salida de Cuba se produjera de acuerdo con lo que había sido pedido por los cubanos.
Freddy (Hamlet) y Juan (Galán) fueron enviados a comprar el barco que trasladaría a las tropas. Pasaron por Francia, Guadalupe y Antigua, donde finalmente compraron el Black Jak, un motovelero de 42 pies de largo, con motor de 25 caballos de fuerza.
Por diferentes vías, los guerrilleros llegaron hasta Guadalupe, desde donde zarparon hacia la Bahía de Ocoa, pero con una parada "técnica" en la isla Aves, donde recogerían las armas. Es una pequeña isla localizada a 110 kilómetros al oeste de Guadalupe y Dominica.
Su longitud no excede los 150 metros y su altura máxima es de 2 metros sobre el nivel del mar en un día calmo. En ocasiones suele quedar totalmente sumergida.
Eugenio y Francis coordinaron la operación de las armas, que los cubanos enterrarían y que se denominó "Entrega Especial". Las armas habían sido enterradas por los cubanos, y fueron detectadas por fotografías sobre el sitio en que se guardaron.
Luego de recoger las armas Caamaño informó al grupo que había enviado a Melvin Mañón varios meses antes para reactivar los Comandos de la Resistencia, mientras que Emilio Ludovino Fernández se encargaba de los contactos con los principales dirigentes políticos del país.
En el libro se recogen datos sobre cómo fueron lanzados al mar los cadáveres de Francis Caamaño, Eberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas.

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