28 de mayo de 2008

Seis razones para unificar las elecciones

POR ROSARIO ESPINAL
LA AUTORA es politóloga
Es muy probable que los dirigentes de los partidos políticos estén ya evaluando los resultados electorales de 2008 con el propósito de visualizar las estrategias para las elecciones de 2010. Prestarán atención a las provincias y municipios que ganaron o perdieron para dilucidar qué hacer.

Esto es lamentable porque la tarea urgente ahora es gobernar mejor.

Las autoridades quieren minimizar los conflictos para salir con éxitos y ganar apoyos electorales. Por eso llaman al diálogo. La oposición prefiere resaltar los problemas con fines electorales. Por eso cuestionan el diálogo.

Por otro lado, el presidente Leonel Fernández propone reformar la Constitución, mientras los jueces de la JCE quieren reformar la Ley Electoral.

Si modifican estos textos, debería unificarse la fecha de celebración de elecciones.

Hay por lo menos seis razones para hacerlo.

Primero, celebrar elecciones cada dos años trastorna constantemente el funcionamiento del gobierno y de la economía. La acción gubernamental se enfoca en ganar elecciones, muchos recursos públicos se desvían a gastos de campaña, y las inversiones privadas se dilatan a la espera de los resultados.

Segundo, se multiplica el clientelismo porque no sólo el gobierno central se dedica al dispendio de recursos públicos, sino también los síndicos, regidores y legisladores.

Tercero, un constante electoralismo no promueve liderazgo local ni mejores candidaturas. Tienden a prevalecer los candidatos con más dinero o más habilidad para recaudar los recursos económicos que requiere una campaña.

Cuarto, celebrar elecciones congresionales municipales a medio período de la gestión presidencial no contribuye al buen gobierno. Durante sus primeros dos años, el Ejecutivo se enfoca en mantener una mayoría congresional-municipal, si la tiene, o ganarla si no la tiene.

Quinto, la separación de elecciones aumenta el abstencionismo. En las últimas tres elecciones presidenciales dominicanas (2000, 2004 y 2008), el promedio de abstención electoral fue 26%, y en las últimas tres elecciones congresionales- municipales (1998, 2002 y 2006) fue 46%. Es decir, la abstención promedio fue 20% mayor en elecciones congresionales municipales.

Sexto, quienes defienden la separación de elecciones insisten en que así se disminuye el arrastre, pero los datos dominicanos no confirman esta aseveración. Las elecciones congresionales-municipales de 2002 y 2006 fueron muy arrastradas. En ambos comicios, el partido en control del Poder Ejecutivo obtuvo una alta representación congresional y municipal.

En el 2002, el gobernante PRD arrastró sus candidatos. Obtuvo 90% de las posiciones en el Senado; 48% de las diputaciones, con una diferencia de 20% entre la primera y la segunda fuerza en la Cámara de Diputados; y 83% de los síndicos.

En el 2006, el gobernante PLD arrastró a sus candidatos frente a la alianza perredeísta-reformista. Obtuvo 69% de las posiciones en el Senado, con una diferencia de 50% entre la primera y segunda fuerza senatorial; el 54% de las diputaciones, con una diferencia de 20% entre la primera y la segunda fuerza; y la mayoría simple de las sindicaturas.

Como la separación de elecciones no garantiza la reducción o eliminación del arrastre, fragmentar el sistema electoral para crear un ambiente más favorable a la independencia de los poderes públicos es un error de ingeniería política.

Entonces, ¿por qué si separar las elecciones aumenta el dispendio de recursos públicos, no mejora la acción gubernamental, aumenta la abstención y no garantiza la reducción del arrastre, se mantiene este sistema?

Porque los principales beneficiarios de la separación de elecciones son los dirigentes y activistas de los partidos que se mantienen en constante agitación política recibiendo beneficios económicos. Pero esta no es razón adecuada para mantener este sistema.

Las elecciones dominicanas deben celebrarse el mismo día con boletas y urnas separadas para escoger las autoridades presidenciales, legislativas y municipales, aunque el acto de votar tome unos minutos más a la ciudadanía y requiera más personal de apoyo.

Las elecciones son esenciales en una democracia para elegir gobernantes, pero no deben debilitar la democracia. Además de elegir hay que mejorar la acción gubernamental. (Reproducido de Hoy) Rosario Espinal rosares@hotmail.com

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