20 de octubre de 2011

El errático y excéntrico Gadafi sólo encontró refugio en su Sirte natal


Perfil


Su presencia en Sirte, explica ahora su empeño en defender este enclave desde el inicio de los combates
Gadafi, foto de archivo
REDACCION INTERNACIONAL.- El coronel Muamar al  Gadafi, conocido por sus excentricidades y errática política en sus   42 años de omnipresente dictadura, sólo encontró refugio en su
ciudad natal de Sirte, cuya muerte hoy ha sido anunciada por las  ropas rebeldes del Consejo Nacional de Transición.

Todos las especulaciones sobre su paradero, la incógnita desde   que el pasado 22 de agosto abandonó precipitadamente el palacio de     Bab El Aziziya en Trípoli, han concluido con la muerte, según los
rebeldes, del otrora poderoso mandatario, que sólo encontró refugio   con la tribu de los Gadadfa, de la qué el mismo era miembro.

Sirte, ciudad a la que solía llevar a los mandatarios africanos y   a  sus huéspedes internacionales para las celebraciones con las que   trataba de edificar su imagen de líder africano y panárabe, era el
último enclave gadafista al que podía ir.

Todos los suntuosos palacios, alojamientos de lujo y avenidas de   la ciudad con las que en su megalomanía pretendía epatar a sus   huéspedes han sido testigos y pasto de los feroces combates que han
devastado la ciudad y explican la férrea resistencia de los últimos   combatientes gadafistas, leales hasta el final.

En la estampida de los prohombres del régimen de la capital la    ultima semana de agosto pudo comprobarse como ésta fue inesperada, pese a que la sublevación popular comenzó ocho meses antes y contaba   con el respaldo militar de la OTAN.

Pareciera como si quien durante tantos años dominase a su antojo   al poder fuese incapaz de asimilar que podía ser destronado.
Sus veleidades sin fin no le habían granjeado simpatías en las      capitales árabes u occidentales y sus aliados de los países   africanos, muchos de los cuales han recibido sus donaciones y también sus intromisiones, no han sido suficientes para evitarle  este final.

Nacido en la ciudad de Sirte en 1942 y criado en una familia  dedicada al pastoreo de camellos, logró estudiar para acceder a la  Academia Militar, donde aprovechó las enseñanzas de liderazgo y
alcanzó el mando absoluto mediante un golpe de Estado el 1 de  septiembre de 1969 cuando derrocó al rey Idris Senussi, en el poder  desde la independencia del país en 1951.

Su enfrentamiento con Estados Unidos tuvo su episodio bélico con   el bombardeo en 1986 de su palacio en Trípoli y la ciudad portuaria  de Bengasi por orden del entonces presidente estadounidense, Ronald   Reagan, en represalia por un atentado terrorista en una discoteca
berlinesa frecuentada por militares norteamericanos.

La escalada tuvo su cénit con la aprobación de sanciones en 1992  por el Consejo de Seguridad de la ONU ante su negativa a entregar a   dos sospechosos del atentado contra el avión de Pan Am cuando
sobrevolaba Lockerbie (Escocia) en 1988 y en el que murieron 270  personas.

El desmoronamiento de su Yamahiria (República) Árabe Libia   Popular Socialista, con una huida con lo puesto de sus más  significativos dirigentes, incluida su familia, dejó al descubierto
un régimen de latrocinio, rapiña y represión completamente inerte e incapaz de hacer frente a las columnas de rebeldes que en apenas  unas horas pusieron en fuga su defensa capitalina.

Su presencia en Sirte, explica ahora su empeño en defender este     enclave desde el inicio de los combates hace ochos meses y la  fragilidad de las defensas capitalinas, muy castigadas por los
bombardeos de la OTAN, que sólo le permitieron una retirada ordenada   hacia el sureste, en dirección al aeropuerto pero cuyo destino final  era Sirte.

Por el camino perdió a su hijo Hamis, encargado del frente    militar, muerto en los combates el 29 de agosto, mientras su mujer   Safia, y tres de sus hijos, Mohamed, Aníbal y Aisha emprendían el
camino del exilio en Argelia.

De Saif el Islam, la cara mediática en los últimos tiempos de la   apolillada y acartonada Yamahiria, nada fehaciente se ha sabido  salvo esporádicos llamamientos a la guerra, ni tampoco de Mustasim,
asesor de seguridad nacional desde 2010 aparentemente también  capturado hoy.

En sus cambiantes políticas encaminadas a resplandecer como líder  árabe recurrió a la desestabilización de países africanos, increpó a  los dirigentes palestinos y de otras naciones árabes que auspiciaron  negociaciones con Israel, aunque durante la guerra del Golfo
Pérsico, en 1991, se abstuvo de apoyar a Sadam Husein.
Entre sus "genialidades" políticas -además de su Libro Verde- entorno a la unidad del mundo árabe ha pretendido establecer alianzas  que le pusieran al frente de unos Estados Unidos del Sáhara, o
efímeras fusiones con Egipto, Túnez, Argelia o Marruecos.
Mientras el jefe del clan dedicaba el tiempo al culto a su    personalidad, sus vástagos acumulaban propiedades de ensueño poco  acordes con las proclamas de una república popular y disfrutaban de
amplios contactos en los circuitos internacionales del poder y el  dinero.

Implacable en la represión de cualquier disidencia, logró sobrevivir al embargo al que fue sometido, y a pesar de sus  contactos clandestinos desde 1984 con la red de tráfico nuclear del
ingeniero paquistaní A.Q. Khan, en 2003, Estados Unidos y Libia  iniciaron una acercamiento después del anuncio de la renuncia de  adafi al desarrollo de armas de destrucción masiva.

Su salida del llamado "eje del mal" culminó en el intercambio con ashington de embajadores en 2008, pero su acercamiento a un ccidente ávido de suministros petroleros, no le evitó que la
represión interna desatase finalmente una rebelión popular que acabó  con su régimen.


De EFE

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