SANTO DOMINGO.- Al presidente Leonel Fernández le ha convenido mucho que políticos, entendidos y teóricos estén discutiendo el tema del legado histórico del doctor Balaguer, quien tras su fallecimiento hace varios años todavía conserva influencia en la vida del país. Fernández no se declaró propiamente líder del balaguerismo histórico, durante un acto de proclamación de su candidatura por parte de un grupo disidente reformista, sino “el representante de las fuerzas históricas del balaguerismo”.
En la realidad ha sido así y si alguien tiene la responsabilidad de ese supuesto legado es el mismo Balaguer, quien definió el camino del doctor Fernández como el bueno y le levantó la mano el día de la proclamación de su nombre en 1996.
En cierta medida el doctor Balaguer al parecer anticipó los infortunios que tendría su partido luego de su partida, porque años antes lo había transformado de Partido Reformista a PRSC, buscando una cobija ideológica en el socialcristianismo. Insistió en 1996 en acoger la nueva sombrilla que le ofrecía el doctor Fernández, entonces el dirigente político contemporáneo con más futuro, al producirse el declive de los grandes líderes del país: Juan Bosch, Peña Gómez, Majluta y el propio Balaguer.
Balaguer y muchos de los dirigentes del PRSC conocían bien cuán importante era comprender la vocación de poder que ha tenido ese partido, que lo llevó a aferrarse al mando durante doce años (1966-1978) y diez años más (1986-1996), en total 22.
Si se observa el camino que lleva el PRSC tras el fallecimiento de su líder, no es difícil notar lo que ha desmejorado en cada elección y cuan dispersa está la “grey” que con tanto afán pastoreó el viejo caudillo, siempre asido a la vocación del poder.
Al cultivar a los reformistas como lo ha estado haciendo desde hace más de una década, más que destruirlo, el doctor Fernández ha utilizado su fuerza conservadora, pero le ha permitido la vigencia que las elecciones próximas podrían no darle si concurre solo.
Con un 13% que las encuestas independientes le atribuyen a las dos candidaturas que reclaman la posesión del PRSC, la organización vería los resultados de las elecciones del 16 de mayo como un paso más hacia su eventual liquidación.
Influjo de Leonel El enorme influjo que está ejerciendo el presidente Fernández sobre los dirigentes reformistas podría ser una cuestión circunstancial puesto que muchos de los que se han separado de la dirigencia de la organización creen que eventualmente el partido se recuperará.
La candidatura del ingeniero Eduardo Estrella en las elecciones del 2004, tras sobreponerse a las aspiraciones del empresario Jacinto Peynado, terminó en la debacle para ese partido, al conseguir un lejano tercer lugar tras Fernández e Hipólito Mejía, quien apostó a su reelección.
Las divisiones internas y la escasa influencia de Estrella en el devenir del PRSC tras esos comicios, permitieron que el dirigente regional Amable Aristy Castro surgiera como un posible candidato presidencial, posición que tiene ahora contra viento y marea.
Al doctor Fernández lo acusan de “sonsacar” a los dirigentes del PRSC porque numerosos de ellos están apoyando a su régimen y a la reelección y se dice que otros esperan hacer lo mismo antes del mes de mayo cuando el panorama esté más claro. Esa incertidumbre afecta enormemente a la candidatura de Aristy Castro, que ahora representa al PRSC luego de que Estrella se fuera con el Partido Revolucionario Socialdemócrata, luego de haber perdido la convención partidaria frente al dirigente higüeyano.
Aristy Castro ha reconocido en privado lo difícil que está siendo su trabajo como candidato presidencial del PRSC y hace días habló con mucha amargura sobre la realidad de que los reformistas no levantan las banderas ni engalanan sus autos con los colores partidarios.
Acostumbrados al disfrute del poder, muchos reformistas creen que el doctor Fernández es su tabla de salvación. Ellos necesitan al líder peledeísta como también el último los necesita a ellos, sobre todo porque le agregan el componente “conservador” que el PRSC siempre ha tenido.
Algunos reformistas llegan a pensar que el PRSC (candidatura de Aristy Castro) y el PLD pudieran llegar a un acuerdo de largo alcance para las elecciones venideras, que implicaría, entre otras cosas, el retiro de la candidatura del primero. Hay que contar con los reformistas que están ahora en el poder, el principal de los cuales, el ingeniero Carlos Morales Troncoso, es mencionado en una fórmula Fernández- Morales.
Al señor Aristy Castro pudiera estarle pasando lo que obligó a Mitt Romney a retirarse la semana pasada de la lucha por la nominación presidencial del Partido Republicano en Estados Unidos. Gastó 40 millones de dólares de su bolsillo y no pudo concitar suficientes simpatías.
Fernández-Morales La fórmula Fernández- Morales no sería descabellada si se combina el supuesto que plantean políticos, entendidos y teóricos de que al presidente le importa mucho el acercamiento con los reformistas y lucir más conservador que antes, en su empeño por retener el poder. El doctor Fernández y el ingeniero Morales Troncoso han cultivado una amistad que posiblemente no se hubiese comprendido años atrás.
Se dice que en la campaña electoral del año 2004 el candidato peledeísta le ofreció (a Morales) la candidatura vicepresidencial. Al final, cerca del plazo para la presentación de la misma, el seleccionado fue el doctor Rafael Alburquerque, un peledeísta tenido como honrado, prudente y sabio, el principal impulsor de los sistemas de pensiones y de salud, en plena vigencia actualmente.
Se diría que pudiera ser un trago amargo para los ortodoxos de su partido la presentación de Morales como un candidato vicepresidencial, pero habrían de reconocer que su participación en la fórmula, atraería a votos reformistas muy necesarios.
De acuerdo con la ley electoral los candidatos vicepresidenciales deben ser presentados dentro de un mes. Ninguno de los candidatos presidenciales ha hablado de completar su fórmula, cosa que normalmente se deja para último momento, a veces, para última hora.
Morales Troncoso es el caso excepcional de un conservador que ha visto como cosa importante ensanchar la política exterior y abrir relaciones con países de todo el mundo sin importar la ideología, como el caso de Vietnam y recientemente el del archipiélago de Cabo Verde, en África, que ingresó a la ONU hace pocos años.
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