4 de septiembre de 2010

Familires de 33 mineros, periodistas y voluntarios en el autobús Esperanza

Copiapó (Chile), 4 sep (EFE).- Repleto hasta la bandera, el autobús "Esperanza" traslada a diario entre Copiapó y la mina San José a familiares de los 33 mineros atrapados en el norte de Chile, que se mezclan con algunos periodistas y voluntarios que colaboran en el rescate.

Al volante del "Esperanza", bautizado por los allegados de los mineros con el mismo nombre que el campamento que se levanta a los pies de la mina, se encuentra Francisco Cortés, sorprendido ante las decenas de pasajeros que abordan el microbús.

"Nunca había viajado con tanta gente. Como hoy es sábado, los familiares aumentaron y debí conducir con mucho cuidado. Es una zona llena de curvas, subidas y bajadas y la vida de esta gente recae en mí", dice Francisco a Efe.

De aspecto bonachón y ataviado con un sombrero de cuero al más puro estilo vaquero, Francisco sujeta con firmeza el volante mientras observa de reojo a sus pasajeros.

La gran mayoría son parientes de los 33 mineros atrapados desde el pasado 5 de agosto, que tras el hallazgo con vida de los obreros decidieron organizar turnos de guardia en la mina y regresar por las noches a Copiapó.

Hay también algunas voluntarias de la Cruz Roja y más de un periodista de "yanquilandia", como Francisco los define mientras recorre el sinuoso camino de tierra que llega al yacimiento San José.

El chófer relata que de lunes a viernes "la cosa es más relajada", aunque este fin de semana, que se cumple un mes del encierro de los mineros, será ajetreado.

La densa neblina del desierto, la llamada "camanchaca", se pega a la carretera y dificulta enormemente la visión para el conductor, que es consciente de su responsabilidad.

"Ni siquiera pienso en la posibilidad de un accidente. Los cuido (a los familiares) lo mejor que puedo y ellos saben, de alguna manera, que conmigo están seguros", explica.

Francisco realiza dos viajes de ida y vuelta al día, misión que seguirá haciendo mientras dure el rescate, que según las autoridades podría prolongarse por tres o cuatro meses.

Aunque sabe que el rescate de los 33 mineros ha adquirido una dimensión mundial y se recordará durante muchos años, el chófer se conforma con que su trabajo sea reconocido por los obreros y sus familias.

"Será el mejor premio", señala Francisco mientras se acomoda su sombrero de vaquero y coloca las manos firmes al volante.

"Debo regresar", espeta antes de emprender la marcha hacia Copiapó. EFE

Autor: Marcial Campos Maza

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