El sueño de María Montez se hizo realidad. Hoy la recordamos cien años después de que Barahona, “la Perla del Sur”, viera nacer a su joya más valiosa la noche del 6 de junio de 1912.
Ella tenía un anhelo y cristalizó sus ansias de gloria en un verso: “Quisiera tocar el firmamento para convertirme en unaestrella lejana, pero fulgurante y bella, así todos me recordarán por lo que una vez llegué a ser”.
Y así está su imagen plasmado en las mentes de sus compatriotas y en las de aquellos que tuvieron la dicha de conocerle “exuberante, magnífica... imposible de olvidar”, como la describiría en su libro Margarita Vincens de Morales.
Sus biógrafos nacionales Pablo Clase hijo y Vincens de Morales coinciden en que la también conocida como “Sirena del Atlántico” era una mujer de firmes convicciones.
Clase opinó en su libro “María Montez, mujer y estrella” que la actriz fue una chica segura de sí misma desde su niñez y que durante los primeros años de su vida mostró un rasgo esencial: creer seriamente en sus sueños e ilusiones, “a pesar de las difíciles circunstancias a su alrededor”.
La mujer a la que le atribuyeron el título de
Ella misma reconoció ante McFeeters que su viaje a Nueva York era un reto, pero se marchó convencida de que podría calar con su talento.
A su llegada trazó todo un plan que consistía en darse cita en los clubes más renombrados del momento como: El “Stork Club”. “Copacabana” y el “Lousiana Purchase”, con el fin de ser vista por los medios o algún productor de cine.
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