POR: MERCEDES ROA M.A
Cada nuevo día es un regalo que te da la vida para perseguir tus metas y tus sueños. Cada amanecer es una gran oportunidad que tienes, cuando abres los ojos cada mañana. El haber descansado durante la noche, y llenar de energías tu cuerpo y transformarlo en fuerza, coraje y valentía para acabar con los obstáculos que se crucen en tu vida.
La vida pasa para uno y si no estuviésemos vivos, nada de lo que hoy puedes disfrutar existiría. Por ello, debemos agradecer que cada día tienes una nueva oportunidad para mejorar, crecer y construir una vida de éxito.
Solo tenemos que proponérnoslos e ir a por ello. Podemos conseguir todo lo que queramos, pero debemos creer que Cada día es una nueva oportunidad para hacer aquello para lo que hemos sido creados. Otro lienzo en blanco para que podamos seguir dibujando nuestra increíble vida.
Más como no sentirnos impotentes a la vez cuando al amanecer encontramos en las noticias que ha caído una mujer más a manos de hombres sin sentimientos como el caso de hoy de las Sra. Fátima Guzmán una mujer líder comunitaria, humana con sentimiento, con deseos de ayudar a su prójimo , PERO más que nada con deseos de vivir.
PERO, Como no sentir impotencia y rabia si vemos que el problema de los feminicidio ya se está convirtiendo en una epidemia. Parecería que la mujer no tiene derecho a existir; no tiene capacidad para vivir; ni para participar en igualdad de condiciones.
Por esto, el mundo anda mal y se descubre como una plataforma misógina (odio) que considera natural y cotidiana la discriminación y todo tipo de violencia contra la mujer: física, laboral, sexual, psicológica, verbal, política, cultural y social.
Es una violencia que desborda los límites humanos; es un acoso integral que degrada y reduce a la mujer a una cosa; a un objeto controlado por las parejas, por las familias, por los legisladores; por las confesiones religiosas; por los partidos; por los empleadores y por los dirigentes de asociaciones.
Estamos frente a un problema agudo, pues la mujer es un recurso más, que se manipula y sobre la que se decide sin tener en cuenta su derecho a participar; su derecho a intervenir en las decisiones que tienen que ver con ella. Esta realidad no solo la contemplamos más allá de nuestras fronteras; no, también en nuestra sociedad.
La epidemia del feminicidio está alcanzando en nuestro país un índice muy alto y progresivo. El número de mujeres caídas a manos de sus parejas o exparejas en el transcurso del año se incrementa cada vez más.
El número de mujeres agredidas, violadas y ultrajadas en el contexto social y laboral es alarmante. Es peor aún el auge de la violencia doméstica; una violencia que reproduce violencia y que ya ha hecho arraigo en la mentalidad machista, en la mentalidad patriarcal de muchos hombres dominicanos.
La indignación y la impotencia nos envuelven; nos colocan en una situación de incertidumbre y En este contexto cabe preguntarnos:
¿Qué más podemos hacer las mujeres para revertir este problema?
¿Qué papel debemos jugar como sociedad para eliminar o reducir esta epidemia?
¿Qué trabajo pueden hacer las familias para apagar el fuego de la violencia que las desgasta y devora?
¿Qué puede hacer la sociedad para construir la cultura del reconocimiento y del respeto a la mujer?
¿Qué más puede hacer la educación para transformar la mentalidad de los ciudadanos con respecto a las mujeres?
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